Opinión

Banca y 'Fintech', abocadas a entenderse

España tiene unas entidades financieras superpotentes que encabezan los rankings mundiales. Sin embargo, a día de hoy, podemos decir que la partida de la digitalización de la banca; la revolución de los servicios bancarios y la eclosión de nuevos competidores en el sector, comenzó hace ya tiempo.

La nueva regulación europea en materia de pagos, la directiva PSD2, ha empezado a revolucionar la vieja industria financiera en el aún más Viejo Continente. Entre las principales novedades, figura la obligatoriedad para los bancos de dar acceso a terceros a su infraestructura y a compartir la información de sus clientes con nuevas compañías financieras tecnológicas. Se trata de permitir integrar varios servicios bancarios en un solo proveedor para ofrecer un servicio unificado, automatizado y más sencillo. Con la trasposición de la norma, se pretende, en definitiva, facilitar el desarrollo de servicios financieros, impulsar la competencia y la cooperación, y estimular la innovación en un sector que, si de algo ha pecado, ha sido de hermético y tradicional.

Un sector que ahora asiste atónito a la aparición de nuevos actores. Sin ser consciente que la batalla por el mercado ha comenzado, que las cartas se están repartiendo y que van ya algunas manos jugadas. Hace unas semanas, la Comisión Europea anunciaba su intención de llevar a España ante la Corte Europea de Justicia por los retrasos en la transposición de una directiva, que tendría que haber estado lista el 18 de septiembre de 2016 a más tardar. La oportunidad de crecimiento, aprendizaje y colaboración, para viejos y nuevos actores, es clara. Las posibilidades de inmediatez, comodidad, transparencia y usabilidad, para un usuario que exige unas finanzas adaptadas a sus necesidades, también lo son. Pero la falta de legislación para el sector lastra su poder de crecimiento.

España no puede ver girar la vida como una noria desde la comodidad de un chester o un Luis XV. Nuestro país y nuestros gobernantes deben asumir como propios los retos, desafíos y oportunidades de la nueva economía digital. La ola de transformación en el sistema de servicios financieros se ha extendido a todos los rincones del mundo y está en nuestra mano ser capaces de aprovechar las nuevas tecnologías para mejorar exponencialmente el acceso de las personas a los servicios financieros y nuestra posición competitiva como país.

Es una necesidad perentoria. Como la que hace ya algunos años justificó el nacimiento de Unnax: aportar soluciones y dar respuesta a las inquietudes de muchas compañías que compiten desorientadas ante la complejidad y las posibilidades de la financiación digital. Ahora, con unos años de trayectoria, podemos decir que mejoramos y automatizamos procesos complejos de gestión financiera, mediante el uso de la tecnología y el desarrollo de aplicaciones.

La entrada en vigor de la directiva comunitaria, lejos de suponer el fin de ese axioma que concluye que la banca nunca pierde o de dar la razón a quienes vaticinan el fin del negocio bancario, abre las puertas de par en par a un amplio abanico de posibilidades de cooperación entre entidades bancarias y actores fintech como Unnax. Un campo de entendimiento y posibilidades que se nos presenta abonado y listo para la siembra. La nueva directiva ya es una realidad y su aplicación tiene una fecha clara, septiembre de 2019.

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