Opinión

El ladrillo copia y supera a Telefónica

Mañana se estrena Copying Beethoven, en la que el título de la película lo dice todo. Diane Kruger se convierte en copista de partituras del genio de la música -que interpreta Ed Harris- con el previsible argumento de que éste es inalcanzable. Para consuelo de la joven, ella es mucho más humana, lejos del endiosamiento en el que vive Beethoven.

La necesidad de imitar modelos de referencia es una de las grandes debilidades humanas, y a esto no son ajenas nuestras empresas. Dentro de pocos días, a finales de mes, se cumplirá un año de la mayor compra de la historia por parte de una empresa española. Telefónica adquirió la británica O2 por 26.000 millones, y gracias a ello se ha convertido en el campeón europeo de deuda, con unos compromisos que superan los 50.000 millones de euros, que suponen un 20 por ciento más que los que tienen France Télécom, Deutsche Telekom y Telecom Italia.

La carga financiera de Telefónica es un pesado lastre como demuestra que la operadora está recuperando ahora el precio al que cotizaba antes de la compra de 02. Pero, ¿por qué, si se penalizó a Telefónica por lo pesado de sus alforjas, no se castiga a las constructoras? Con la compra de los aeropuertos británicos BAA por Ferrovial; del 35 por ciento de Fenosa y el 10 por ciento de Iberdrola por ACS; del 20 por ciento de Endesa por Acciona; y del 9,2 por ciento de Repsol por parte de Sacyr Vallehermoso, estas cuatro constructoras acumulan más deuda que la propia Telefónica.

Los señores de ladrillo -Entrecanales, Del Pino, March, Cortina, Alcocer, Pérez, Del Rivero...- deben más de 50.000 millones, y de copistas de Telefónica van camino de superar a los maestros, aunque en este caso diseñan las operaciones con dinero propio. De Beethoven tienen su megalomanía y pretensión de querer ser como dioses. Están en el camino, mientras no se vuelva en su contra ser el sector más endeudado de toda Europa.

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