Opinión

La bolsa española va a resistir el órdago

La volatilidad de las últimas semanas ha dejado patente la preocupación de los inversores por la escalada de tensión en Cataluña. Existen dos mecanismos principales de transmisión de esta crisis a los mercados: 1) Aumento de la inestabilidad que se traslada a un incremento de la prima de riesgo de los activos en España. 2) Que los acontecimientos infecten los datos de consumo e inversión y pongan en cuestión la actual trayectoria de crecimiento.

Es evidente que el debate sobre Cataluña no va desaparecer en el corto plazo, pero tampoco creo que el actual nivel de tensión vaya a permanecer en el tiempo, materializando los peores augurios. En este sentido, me gustaría lanzar varias ideas por las que creemos que la tesis de inversión en España sigue intacta y el factor Cataluña se irá diluyendo los próximos meses y con él, el protagonismo que ha adquirido últimamente condicionando la evolución de los mercados.

Cataluña, no es Crimea. La intensidad de los disturbios y reacción policial no ha sido muy distinta de cualquiera de los cientos de conflictos sociales que ha vivido España en democracia. Y desde luego está muy lejos del nivel de violencia que se genera en episodios desordenados de secesión. La vocación pacifista del movimiento insurreccional y los pocos incentivos del Estado para reprimir con dureza movilizaciones ciudadanas mayoritariamente pacificas nos hace pensar que la violencia no va a dar un salto cualitativo relevante. No va a haber un choque de Estados en Cataluña. Proclamar la independencia en el plano declarativo es una cosa pero implementarla otra. Como comprobamos tras la confusa comparecencia de Puigdemont el 10 de octubre, el gobierno catalán no se va a atrever a usar la fuerza para dar efectos a la declaración de independencia, sino que de persistir, sus actuaciones seguirán enmarcadas en la protesta, la desobediencia y la insumisión.

La soledad internacional del procés en un hecho objetivo. La tentativa de internacionalizar el conflicto en Cataluña ha fracasado. A pesar de los titulares y velados reproches a la actuación de la fuerzas de seguridad en el 1-0, la comunidad internacional sigue respaldando en bloque al gobierno central. En la estrategia soberanista sigue siendo indispensable que la UE apadrine cualquier proceso de independencia y, sin embargo, Europa sigue sin reconocer como interlocutor al gobierno catalán.

No va a haber elecciones generales. La estabilidad del Gobierno de Rajoy no está en cuestión. El apoyo de Ciudadanos y del PSOE a la estrategia del Ejecutivo ante el desafío es firme y el PNV no ha mostrado indicios sustanciales de querer romper su acuerdo.

Elecciones autonómicas, la válvula de escape. Estamos convencidos que el curso de los eventos acaba en elecciones autonómicas, ya sea porque las convoque la propia Generalitat o vía aplicación del Artículo 155. La convocatoria permitiría unos meses de distensión, reflexión, poder comprobar cómo se han movido las mayorías parlamentarias y la presentación de propuestas alternativas que nos saquen del enconamiento actual.

En definitiva, si bien el riesgo Cataluña quedará latente, creemos que la intensidad actual acabará por ceder, la prima de riesgo y la volatilidad en los activos españoles irán relajándose y la propia fugacidad del evento impedirá que haya un impacto material en el consumo y la inversión. La tesis de inversión en España sigue siendo tremendamente robusta. La tracción y composición del crecimiento es muy sólida, las condiciones financieras seguirán siendo muy expansivas y los beneficios empresariales seguirán creciendo con fuerza. Es muy improbable que el mercado desconecte de esta realidad de forma indefinida en base a una incertidumbre relevante pero transitoria.

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