Opinión

La volatilidad del mercado eléctrico

El precio mayorista de la luz sigue su descenso desde los máximos de esta semana, por encima de los 100 euros por megawatio-hora. Se demuestra así que, más allá de la especulación sobre presuntas manipulaciones, el fuerte encarecimiento obedecía a motivos transitorios. Basta con que vuelvan las lluvias para reanimar la generación hidráulica y que las temperaturas suban para que pueda asegurarse que el precio caerá la semana próxima al entorno de los 60 euros.

Ahora bien, esa cotización es aún superior a la media del año pasado y la causa sigue siendo la gran influencia que el mercado permite a los factores coyunturales.

Si en 2016 el precio fue de 39,6 euros en promedio, mínimo no visto desde 2010, se debió a la alta actividad de las renovables y al bajo precio del gas y el carbón. Ahora, ambos combustibles están más caros y el funcionamiento del pool propicia que ese alto precio marque a todo el mercado. Éste obedece a un modelo marginalista, lo que implica que la última tecnología que hace en él una oferta impone su precio a todos los actores. Y se da la circunstancia de que el pool establece que primero deben ofertar las renovables (más baratas) y, si no cubren la demanda (como ahora ocurre), da entrada a los combustibles fósiles. El hecho de que las subastas sean diarias hace que la volatilidad en este mercado se multiplique. Por ello, sería conveniente explorar vías que mitiguen esa debilidad. Sin abandonar el modelo marginalista, existe la posibilidad de optar por subastas con plazos más largos. De igual modo, es posible buscar el equilibrio con un mercado de capacidad, en el que los productores ofrecen bloques cerrados de energía, proveniente de diversas fuentes, cuyo precio se calcula en función del coste real de producción.

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