
El periodismo no es del todo fácil, solo los humanos y los monos especialmente espabilados somos capaces de ejercerlo. A veces, como este miércoles, puede ocurrir que todos los periodistas de un país hablen de un mismo objeto noticioso sin llegar a dar con el titular idóneo o, para el caso que nos ocupa, sin satisfacer al opinador quisquilloso de turno. Fallo justo del Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
Se ha escrito que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) se pronunciaba a favor de los consumidores, o contra la banca; se ha escrito que se obligaba a devolver el dinero o que se imponía la retroactividad de las sentencias sobre cláusulas suelo. Se ha escrito un poco de todo y de todas las formas posibles, en función de la espalda que ha querido rascar cada quien, o de las gafas ideológicas que lleva, pero un personaje que debió haber sido central en el relato, la Justicia española, ha estado preocupantemente ausente.
Porque lo que decidía el TJUE es si "la jurisprudencia española que limita en el tiempo los efectos de la declaración de nulidad de las cláusulas suelo" es compatible con el Derecho de la Unión. Y no, no es compatible. Y no lo es, no por un complejo argumento jurídico incomprensible para el común de los mortales, sino porque "incumbe al juez nacional, pura y simplemente, dejar sin aplicación la cláusula abusiva". "Dejar sin aplicación", es decir, que se devuelva lo pagado y se arregle lo roto hasta que todo quede como hubiera sido de no haber existido las infames cláusulas.
Responsable e irresponsable
Puede parecer que la queja es una finura de "periolisto" pero lo que pretendo es llamar la atención sobre el hecho de que el Tribunal Supremo, contra el derecho de la UE y el más elemental sentido común, decidió que la banca podía ser responsable e irresponsable a la vez por las cláusulas suelo. El máximo órgano jurisdiccional en España reconoció como abusivas, y por extensión como nulas, este tipo de cláusulas, pero decidió que solo se subsanara el daño causado a partir de la sentencia que las declaraba abusivas. Que es como si te declarasen culpable de asesinato sin mandarte a la cárcel pero te hiciesen pasar la noche en el calabozo por pelearte con la familia de la víctima a la salida de los juzgados.
Y para acabar de hacer flagrante la desprotección del consumidor, el Gobierno de España acudió a defender la decisión del Supremo; alineado, claro, con los argumentos de la banca.
Así que el banco te engaña, la Justicia te deja desprotegido y el gobierno se apunta a la fiesta del lado del infractor. Bien pensado, no están tan desencaminados los enfoques del asunto, que una institución se ponga de tu parte, aunque sea de rebote, es verdaderamente noticioso.