El interés por los proyectos urbanísticos en Madrid parece haberse reavivado en los últimos meses aprovechando el cambio de ciclo en España y la modificación de la Ley del Suelo emprendida por la Comunidad de Madrid para permitir la construcción de rascacielos en espacio urbano. Sin embargo, el vuelco electoral del pasado mes de mayo está dejando en el aire algunos de los más importantes, congelando la entrada de inversiones de miles de millones de euros.
Cuatro grandes proyectos urbanísticos (Distrito Castellana Norte, Canalejas, Mahou-Calderón y Campamento) están aún sujetos a la aprobación de la nueva alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, y de su equipo. Un proceso que están dilatando desde el Ayuntamiento al considerar que Madrid ya es una ciudad muy grande y no necesita crecer, sino mejorar lo que tiene. En esta visión no se tiene en cuenta, en cambio, que el objetivo también es recuperar zonas abandonadas y deterioradas de la capital para mejorar la imagen del centro de la capital y, por tanto, su rendimiento económico.
A pesar de estas reticencias, algunos macroproyectos, como el de Canalejas, parecen imparables; mientras que otros, como Distrito Castellana Norte Madrid (conocido popularmente como Operación Chamartín) es más complejo al precisar décadas de obras. No obstante, el interés que estas operaciones han despertado entre los inversores internacionales a raíz de la incipiente recuperación económica demuestra que sí que deberían ser viables y rentables.
Concretamente, para la Operación Chamartín, que supone la transformación de 3,1 millones de metros cuadrados, se ha elaborado un plan de ejecución por fases independientes en función de la demanda, ampliando las posibilidades financieras para el desarrollo del proyecto. Ante el temor por el endeudamiento público que pudiesen implicar estos planes, la Administración debería aprovechar las fórmulas de colaboración público-privada para acometer las inversiones iniciales, dado que a futuro todos estos desarrollos reportarían una importante cantidad de ingresos en forma de impuestos y tasas, así como una revalorización del entorno y un importante impacto en la creación de empleo.
Estos desarrollos urbanísticos persiguen, además, solucionar los problemas de circulación y transporte, llevando a cabo medidas orientadas a descongestionar el centro de la ciudad mediante una importante mejora en las infraestructuras de transporte público. Un objetivo clave si tenemos en cuenta que España es líder en materia turística y estos proyectos también apuestan por el turismo en forma de nueva superficie hotelera y amplios espacios de actividad comercial.
La reanudación de todos estos proyectos urbanísticos llevaría a Madrid a protagonizar su mayor desarrollo inmobiliario de los últimos veinte años. Sería la oportunidad de mejorar la imagen y la calidad de vida de la capital, y de repetir casos de éxito de las principales capitales de Europa, como el complejo londinense Canary Wharf, el parisino La Défense o Postdamer Platz en Berlín, que lograron transformar grandes zonas abandonadas y deterioradas, dando paso a motores de riqueza para sus ciudades y países.