Opinión

El círculo que no acaba

  • El reciclaje tiene beneficios medioambientales y genera empleo

Existen pequeñas acciones individuales que generan grandes beneficios globales. De esta afirmación tan sencilla se extrae una filosofía que va mucho más allá y que todos deberíamos asumir como propia: nuestra existencia sólo tiene sentido a través del bienestar de las personas con las que convivimos. Ello debería impulsarnos a actuar de modo que nuestras acciones repercutan positivamente sobre la sociedad, ayudándola así a progresar.

En este sentido, la economía circular tiene mucho que aportar. Hace tiempo que el estilo de vida del usar y tirar ha perdido su legitimidad, a favor de un modelo de desarrollo respetuoso con el crecimiento social y con el medio ambiente. Cada vez se hace más evidente la necesidad de que progreso económico y ecología vayan de la mano. Un desafío en el que el reciclaje se presenta como un aliado eficaz: al convertir los residuos en recursos, cierra el círculo y posibilita darles una segunda vida.

Pero además de los beneficios medioambientales que este cambio de sistema puede retribuir, es también necesario poner en valor su papel como generador de empleo. De hecho, los sectores verdes han capeado mejor la compleja situación económica que hemos vivido en los últimos años: según un estudio de la Fundación Biodiversidad, el número de empleos verdes en la Unión Europea ha aumentado en un 20% durante los años de recesión. En este sentido, la Comisión Europea estima que se ahorrarían 600.000 millones de euros si se cumpliera la legislación para avanzar hacia una economía circular, al mismo tiempo que se generarían 600.000 puestos de trabajo en la gestión de residuos. Nuestro país no es ajeno a esta corriente. En el caso de España, la contribución de la economía verde se estima actualmente en 25.000 millones de euros anuales, un 2,4% del PIB, según el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. El compromiso de las Administraciones Públicas en esta materia es un hecho. Así lo demuestran iniciativas como el Programa Emplea Verde, cuyo objetivo es aprovechar la capacidad de los sectores vinculados al medio ambiente para generar puestos de trabajo. Por todo ello, creo que debemos apostar por este modelo de éxito de colaboración público-privada.

Los indicios son esperanzadores, pero debemos ir más allá y establecer sinergias que nos ayuden a impulsar esta apuesta. No es una empresa sencilla, pero los primeros pasos ya se han dado. La importancia que las temáticas ambientales están adquiriendo dentro de la agenda pública así lo demuestra. Un solo ejemplo: la nueva normativa que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, acaba de hacer pública para combatir el cambio climático. Se trata de una reforma ambiciosa con gran trascendencia no sólo para Estados Unidos, sino para la comunidad internacional. Una decisión que todos aplaudimos y que sirve de antesala a la Cumbre del Clima que París acogerá en diciembre y de la que saldrá un compromiso vinculante para la reducción de los gases de efecto invernadero.

Pasar del sistema lineal a otro basado en los principios de sostenibilidad es una realidad tangible que tenemos al alcance de la mano. Pero sólo lo lograremos a través de la implicación de todos los agentes sociales -tanto Administraciones Públicas, como empresas, entidades y ciudadanos-. Un mensaje ya interiorizado y que nos convierte no sólo en una herramienta de transformación del presente, sino también en una palanca de cambio para el futuro.

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