Opinión

Grecia... y todo para qué

Cuando escribo estas líneas aún no conocemos el desenlace final de las negociaciones griegas. En todo caso y después de seis meses de conversaciones entre Grecia y las ahora denominadas instituciones -Comisión Europea, BCE y FMI-, antiguamente la troika; parece que llegamos por fin y al borde del precipicio, al momento del acuerdo que permita a Grecia seguir manteniéndose dentro de la divisa única.

Durante este periodo la economía griega lejos de mejorar no ha hecho más que empeorar, además el pueblo griego está sufriendo el efecto del corralito, el cual todavía no parece que se vaya a poder levantar de forma inmediata. Las negociaciones nos dejan un referéndum que ha abierto una importante brecha, no solo entre los políticos europeos, sino también entre la población. Muchos creen ver un acto de democracia en la consulta, también de dignidad; otros por el contrario tan solo un acto de soberbia del primer ministro griego Alexis Tsipras que a punto ha estado de provocar la salida de su país de la moneda única y crear una crisis sin precedentes. División también entre los que defienden una quita para la deuda helena y los que se atrincheran en la opinión de que esa quita no puede llevarse a cabo, esa acción ofrecería un trato diferenciado al pueblo griego frente a los irlandeses, portugueses y españoles.

Pero ¿ha merecido la pena todo este culebrón? Si comparamos el acuerdo presentado por los griego con el que anteriormente puso sobre la mesa a la Unión Europea, ambos se parecen muchísimo, no se ven notas discordantes, ni desde luego grandes concesiones de la UE. Desde el primer momento Tsipras quería que se hablase y se consiguieran quitas de deuda, si lo prefieren reestructuraciones, sin embargo esa era una de las líneas rojas trazadas especialmente por los alemanes. Al final, y salvo sorpresa en el acuerdo, no se contempla ningún acuerdo en esta dirección, por tanto uno de los puntos que el Gobierno heleno defendía con mayor virulencia ha sido desechado.

En la cuestión de los impuestos parece que al final las recomendaciones o imposiciones de Europa son las que van a prevalecer. El IVA subirá al 23 por ciento, habrá un reducido al 13 por ciento para ciertos artículos de gran consumo como la comida, la energía y el agua y también para los hoteles. Se subirá el impuesto para las rentas de alquiler, así como una elevación del tipo del impuesto de sociedades. La concesión a Tsipras radica en el calendario y ,sobre todo, en diferenciar a las islas con menores ingresos y menor atracción turística, las cuales como áreas desfavorecidas seguirán contando con una tributación más reducida.

Asimismo el Gobierno de Tsipras continúa manteniendo los privilegios de los armadores y de la iglesia ortodoxa, bajando muy levemente el gasto en armamento, el más amplio de los países que están integrados en Europa. Detrás del nimio recorte del gasto militar está contentar al socio de Syriza, ANEL, un partido muy alejado de su ideología al ser un partido nacionalista y de extrema derecha.

Sorprende esta decisión, la de seguir protegiendo derechos a determinados actores privilegiados y no rebajar el gasto en armas, contrasta con lo que se va a hacer en pensiones. En este sentido, las medidas presentadas por Tsipras sobre pensiones son muy parecidas, por no decir idénticas, a las que la Unión Europea propuso anteriormente. Por una parte se alargará la edad de jubilación hasta los 67 años, además se congelan las prestaciones durante cinco años y se aumentará la contribución al sistema sanitario. Aquí la única concesión estriba en que esta reforma se hará de una forma gradual y prolongada en el tiempo para, de esa forma, intentar amortiguar las consecuencias de los más desfavorecidos y afectados por las medidas.

Europa va aponer a disposición de los griegos unos 53.000 millones, a cambio Grecia se va a comprometer a realizar las propuestas que fueron redactadas por la Unión Europea, justo antes de que fueran retiradas por la realización del referéndum. Mayor amplitud y dureza en el tema de los ingresos fiscales, por supuesto con el brindis al sol de la lucha contra la evasión fiscal, mantiene las medidas de gasto incluidas en las pensiones. Al final lo más positivo parece la inclusión de la privatización de aeropuertos y puertos, donde aquí si que habrá una entrada de dinero nuevo y que tanta falta le hace al país heleno.

Quizá ahora podamos comprender la dimisión de Varoufakis, que más que hacerlo para no dificultar las negociaciones, como él argumentaba, era para no tenerse que cortar la mano firmando un memorándum como el actual. Después de todo este tiempo, los innumerables incidentes, los rechazos constantes, no parece que todo ello haya servido para nada. Las grandes líneas rojas de la troika están contempladas y no se han sobrepasado en el actual acuerdo.

No parece que las largas y cansinas reuniones, las discrepancias, los puntos conflictivos se hayan saldado ni positivamente, ni satisfactoriamente. Más bien parece que dentro de otros dos o tres años volveremos a tener una nueva crisis griega, donde como siempre la básico será ver la sostenibilidad de aquella economía, en mi opinión aún no resuelta. Quizá entonces, como ahora, la verdadera carta del acuerdo no sea otra que las cuatro bases de la OTAN en territorio griego y las llamadas de presión del que en el futuro sea el presidente americano.

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