
Ahora resulta que el problema económico de España es el AVE. Y no, no lo es. El AVE es una más de las ingentes obras faraónicas -no en todas sus líneas, en el caso del AVE, que, aunque faraónicas, han vertebrado España y han acercado distancias- que se realizaron en la España del crédito glorioso, la deuda necesaria y el gasto público desatado.
Recuerdo aquella frase tan comentada: "Un buen alcalde es aquel que está endeudado porque hace cosas por su pueblo". En los ayuntamientos no podía haber dinero -que entraba gracias al ladrillo-, había que endeudarse para ser un buen gestor.
Y claro, en España decidimos hacer autovías que van vacías de coches, aeropuertos sin pasajeros, museos sin visitantes, hospitales sin enfermos, universidad en cada capital de provincia, y kilómetros y kilómetros de AVE. Hasta 2.500 kilómetros -el segundo país con mas Alta Velocidad del mundo tras China- y una inversión de más de 50.000 millones de euros.
Costes y sobrecostes
En su construcción ha habido coste y sobrecoste, pero daba igual, porque ambas cosas se pagaban sin rubor. Hasta el punto que llegó la crisis económica. Estalló la burbuja de la deuda; no había ahorro para hacer frente a los pagos,y año tras año hemos visto cómo cada vez viajan menos personas, cómo se han cerrado líneas de AVE (la de Cuenca a Toledo transportaba nueve personas a la semana), se cerraban aeropuertos, y quebraban las autovías y las autopistas.
Y ahora, hay una propuesta económica -no es que yo sea fan de Garicano, ni mucho menos- que propone echarle una pensada a esto de los nuevos kilómetros del AVE, ahora que parece que la economía se recupera. Y digo yo que, después de todo lo que hemos pasado, ya no debería pesar en votos ni un kilómetro más de AVE. Si los españoles aún no hemos aprendido la lección del sentido común con el dinero público, francamente nos merecemos cualquier cosa que salga de las urnas.