La consigna de Podemos desde su nacimiento ha sido la de "acabar con la casta política", un lema que Pablo Iglesias remacha en todas sus intervenciones. Sin embargo, a la hora de constituir a contrarreloj las ejecutivas regionales, ha habido que hacer hueco, como nuevos líderes, a personas con un dilatado pasado en los tan denostados partidos tradicionales. Los ejemplos son múltiples.
Es el caso de Breogán Rioboó, secretario general de la formación en Galicia, que previamente estuvo en el BNG y en 2012 se pasó a la también nacionalista Anova. Otros casos son los de Roberto Uriarte o Antonio Montiel, secretarios generales de Podemos en País Vasco y Valencia respectivamente, quienes también poseen un pasado político en partidos oficialistas. Uriarte destacó en las juventudes del PNV y Montiel militó años en el PSPV donde incluso desempeñó cargos de responsabilidad. Sin duda, a Podemos le cuesta encontrar sangre nueva.