
La posibilidad de salida del euro de Grecia es una idea barajada desde que Syriza llegó al poder. El discurso griego, muy duro al principio, se ha templado y después de la reunión del Eurogrupo con la presencia del ministro Varufakis, la posibilidad del acuerdo parece más cercana, aún cuando las posturas todavía son distantes.
No nos engañemos, es probable que, si no ha habido acuerdo aún, cuando Grecia ya da por descartada la quita, sea por los daños colaterales que ese acuerdo traería, España y el fenómeno Podemos. Cabe recordar en este sentido que la denostada figura de la troika -BCE, FMI y Comisión Europea- por Grecia estaba ya ampliamente cuestionada en Europa, no hay más que ver las durísimas críticas de la Comisión hacía el papel desempeñado por el FMI; además el Tribunal de Justicia cuestionó la presencia del BCE.
También la idea de parar las privatizaciones parece desechada pues la del puerto de El Pireo continúa. Quedarían por tanto cuestiones que fueran vendibles a la población griega por parte del primer ministro Alexis Tsipras, como son las de aflojar las más impopulares medidas de austeridad. Pero con todo, hoy por hoy, la posibilidad de salida de Grecia, Grexit, sigue estando presente y se reclama desde el Wall Street Journal, hasta el Instituto de Investigación Económica de Munich -IFO-.
Como es sabido, la posibilidad de salida de un país no se contempla siquiera en los tratados del euro, por tanto habría que ver la forma en que se llevaría a cabo. En principio, lo más posible, sería que la decisión fuera a petición de Grecia ante el estrangulamiento de su economía. En el momento que no le llegara nueva liquidez en forma de ayudas, préstamos o créditos puentes, el Gobierno de Atenas no tendría dinero para pagar sus compromisos, incluido salarios y pensiones. Además muchos de sus bancos, por no decir todos, se verían abocados a una quiebra puesto que hoy en día sobreviven por la línea de financiación especial del BCE, el denominado Emergency Liquidity Assistance -ELA- y que ha sido ampliado en 5.000 millones.
Las consecuencias serían desastrosas para aquella economía. El impago de la deuda y la beligerancia que Tsipras mantiene con el FMI le llevaría a carecer de un financiador claro y posterior al default. La posibilidad barajada de Rusia como prestamista, actualmente no parece muy plausible con el precio del petróleo al nivel actual. De hecho Rusia se encuentra inmersa en una grave situación económica y financiera. Habría que ver el papel de China pero tampoco parece muy probable. La nueva divisa nacería con una fuerte depreciación lo que dispararía la inflación, agravando aún más la difícil situación de la población. Previsiblemente habría un desabastecimiento de productos dado que la economía griega presente un fuerte déficit de la balanza comercial, pues ante la escasez de fondos los países que exportan a Grecia podrían pedir el pago por adelantado como ocurre en Venezuela. Además y como anteriormente he señalado, muchos bancos se verían abocados a la bancarrota, con pérdidas para empresas y ciudadanos con lo que eso traería aparejado. El paro se dispararía por encima de las ya de por sí cifras actuales. Ciertamente Grecia ganaría competitividad por la depreciación de sus salarios, pero habría que esperar mucho tiempo hasta que se canalizaran nuevas inversiones productivas hacia aquel país. Es prácticamente un escenario de infierno absoluto, la salida de Grecia acarrearía aún más consecuencias negativas y desastrosas para su población. Por ello, Tsipras debe tener presente que está jugando con fuego y el pueblo griego debería buscar no salirse de la moneda única.
Tampoco al área euro le conviene, si bien su posición es mucho más cómoda. Como muchas veces se ha comentado el peso de Grecia en el conjunto de la economía europea es tan solo del 2 por ciento, cifra por tanto liviana. Las pérdidas del impago de deuda aún siendo importantes serían asumibles por los Estados, dado que después del anterior rescate la mayor parte de la deuda está en manos de los gobiernos, BCE y en menor medida el FMI. La expansión monetaria que el BCE va a llevar a cabo, comprando deuda pública, como muy bien ha venido comentando este diario, permite un cierto cortafuegos y en lógica debería servir como freno a problemas de financiación o encarecimiento de la misma en los países periféricos como es España. Los bancos europeos, aún cuando se verían golpeados, pueden pasar el Rubicón de forma no preocupante. El bloque euro se juega mucho menos en el Grexit que el país de la Acrópolis, esto lo saben muy bien tanto Tsipras como Varoufakis.
Sin embargo esto es teoría, pero ¿ la práctica? Aquí surgen las dudas, ya vimos lo que la caída de Lehman provocó. La salida de Grecia traería problema y serios a España, podría haber desconfianza sobre nuestro país y sobre Italia. Estos días vemos cómo nuestra prima de riesgo se ve presionada al alza. No solo la deuda, sino que cualquier noticia negativa sobre acuerdos trae caídas bursátiles. Pero una posible solución sería ampliar aún más las cifras de QE, incluso incrementar el Fondo Juncker. Además se daría una imagen de aviso a navegantes ante propuestas bolivarianas con el trasfondo del infierno griego. La disciplina alemana y el paraguas euro pueden verse reforzados.
En mi opinión, Grecia se juega mucho más que el bloque euro ante su salida.