En 2007 nada hacía prever la crisis que se cernía sobre el sector del ladrillo. La salida a bolsa de Realia se presentaba entonces como un negocio más que prometedor, en el que la cúpula de la inmobiliaria pudo tener una posición privilegiada gracias a Miguel Blesa. Caja Madrid se repartía la propiedad de Realia con FCC, y el expresidente de la caja pudo ser generoso dando créditos blandos y más acciones de las que les correspondían a Ignacio Bayón y su equipo. Fueron los primeros en aceptar privilegios y los últimos en encajar pérdidas cuando llegaron los apuros. De hecho, despidieron personal mientras mantuvieron sus sueldos. Bayón y su equipo deben asumir responsabilidades por esas decisiones y por su estrecha relación con Blesa.