
Sabes que tus hijos están creciendo cuando te hacen una pregunta como la que me hizo mi hija hace unos días: "Papá, ¿crees que tú o yo vamos a sufrir otra Depresión?" Tanto como me gustaría protegerla de las desagradables realidades de la vida, esa pregunta merece una respuesta honesta. ¿Cómo respondería usted?
Antes de responder, yo pensé en los años 30, en la Gran Depresión y las fotos en blanco y negro de las colas en los comedores sociales.
"Bueno, hace poco sufrimos una Gran Recesión mundial", expliqué. Pensando en nuestros gastos familiares, añadí: "Parece que estamos dentro de esa recesión". "Durante los años 30", continué, "los efectos de la Gran Depresión eran fácilmente reconocibles. Pero hoy no vemos colas para comer porque el Estado envía ayudas para comer directamente a los hogares, en forma de vales de comida. Pero decenas de millones de personas tienen graves problemas".
Días después, un amigo me envió la crónica de Byron Wien, de Blackstone, titulada Las 10 sorpresas de 2014, con una tabla titulada 'Vales de comida, las colas de los comedores sociales de la Gran Recesión', ilustrando el sobrecogedor crecimiento del programa desde el año 2005. La cifra de afiliados prácticamente se ha duplicado desde entonces, hasta superar los 47 millones de personas. Le enseñé la crónica a mi hija. Si no veía colas en nuestro municipio, podría verlas en la tabla.
El informe de Wien no me sorprendió, porque acababa de finalizar el análisis de los gastos familiares de 2013 y preparaba los presupuestos de 2014. Aunque somos frugales, la comida fue nuestro principal gasto durante el año 2013. Con la friolera de 1.200 dólares al mes una familia de seis miembros, nuestro gasto era consistente con "un plan de ahorro" según el Departamento de Agricultura de EEUU.
Nuestro gasto principal siguiente por orden descendiente fueron los bártulos domésticos, la educación, las donaciones a la caridad, las letras de la hipoteca, el seguro de salud, los gastos sanitarios que no cubre la póliza, la ropa, la gasolina y el mantenimiento. ¿Dónde están los ahorros en esa lista? Llevamos años siendo incapaces de ahorrar. Nuestra cuenta es un túnel a la verdulería, al supermercado, a la gasolinera y a los demás negocios por cuya existencia estoy agradecido.
Le muestro mis presupuestos personales porque, aunque me va mejor que a mucha gente, mi historia puede proporcionar cierta perspectiva de lo que está sucediendo hoy en América: llevar un estilo de vida familiar humilde se está poniendo progresivamente más difícil. ¿Cuál es la respuesta a este mal?
Un buen punto de partida es entender la realidad financiera a dos niveles: el de los presupuestos de las familias y el de la economía norteamericana. Las familias han de apretarse el cinturón para permanecer a flote. Por ejemplo, el año pasado, nuestra familia gastó una media de 6,53 dólares por miembro en comida. Nuestro objetivo en 2014 es gastar 5,55 dólares. También hemos hecho recortes a nuestros cuatro adolescentes. En lugar de pagarles su ropa y extras como una visita ocasional al McDonald's, les damos una paga mensual e incentivos para ahorrar a través de una lista de opciones. Ellos deciden cómo gastar su dinero.
Piense ahora en el estado de la economía norteamericana. Unos datos importantes: uno de cada siete estadounidenses recibe vales de comida; la tasa de paro que incluye al parado de larga duración que ha dejado de buscar empleo ha escalado de forma constante hasta superar el 20%, aunque la tasa oficial haya caído al 7% y la reforma sanitaria Obamacare sigue obligando a las empresas a aplazar las contrataciones y la ampliación de las plantillas; los déficit de billones de dólares son 'la nueva normalidad'; la inflación calculada con el método de 1980 es de más del 9% (no del 2% publicado); y la Reserva Federal está is reincidiendo en las meteduras de pata monetarias que desencadenaron el crash de 2008 y y la Gran Recesión.
Esta es la verdad de lo que es America hoy. Tenemos que aceptar que la realidad es que, como nuestro presidente número 40 ha manifestado orgullosamente: "El Gobierno no es la solución al problema; el Gobierno es el problema". Me gustaría añadir que "Nosotros, la gente", estamos a cargo de nuestro gobierno.
Así que volvamos a la pregunta de mi hija. ¿Experimentaremos mi generación o la de ella una depresión? "Por supuesto", le dije, "si nuestro gobierno federal no cambia sus formas".
Pero hay esperanza. Siempre hay esperanza. Una manera de hacer que America regrese a la dirección correcta es contarle la verdad a nuestros hijos sobre a qué se enfrentan. Después de todo, mi hija votará en dos años.
Lee Wishing, decano del Groove City College.