Opinión

Mario Draghi está solo

Mario Draghi

El gobernador del BCE no tiene apoyo en la institución a la adopción de nuevas medidas.

Parece que el BCE da un paso hacia delante y otro hacia atrás. Después de que sorpresivamente en septiembre llevara a cabo medidas ortodoxas -bajada de tipos de interés- y no ortodoxas -compras de cédulas hipotecarias y bonos titulizados- ante la difícil situación de la economía del área euro, en esta reunión ha enfriado sobremanera las expectativas con su inmovilidad y falta de concreción de las medidas de compra de activos. Los mercados financieros y las entidades de crédito estaban expectantes ante las definiciones que el banco central hiciese de cara a cuales serían las garantías exigidas a los títulos susceptibles de ser adquiridos y el monto de compra de los mismos. La respuesta fue un desplome importante de los índices bursátiles y caídas especialmente significativas en las cotizaciones de los bancos. Draghi, como muy bien titulaba este diario, ha incendiado los mercados por la falta de concreción, mas allá de que la compra se realizará durante un periodo aproximado de dos años.

Pero habría que tener en cuenta que, aún cuando todo, el mundo mira al BCE para que nos saque o allane el camino de la inacción económica del área euro y el peligro a la deflación, esta entidad no es un ser todopoderoso. La confirmación a esta observación la encontramos en el propio discurso de Draghi. El presidente lleva tiempo dejando claro que las medidas de políticas monetarias deben ser coordinadas con otras. En primer lugar la de las reformas que deben llevar a cabo los países, especialmente Francia e Italia, y que hacen referencia a competitividad y mercado laboral. También y muy importante el saneamiento presupuestario, donde es necesario acotar los déficit públicos, manteniéndolos dentro de los límites marcados en el Pacto de Estabilidad y de Crecimiento. Acotar estos déficit no pasa por subir impuestos, una medida que contrae el consumo, sino por ajustar y reducir todos los gastos posibles y no productivos, permitiendo incluso rebajar impuestos. Pero aquí el gobernador choca con los políticos. ¿Se imagina alguien que realmente algún gobierno se ponga a la tarea de reducir gasto y rebajar fiscalidad? Difícil, ¿verdad? Por cierto, no solo se centra en reprender a los países con importantes déficit públicos, también lo hace a Alemania, una economía saneada en sus finanzas públicas, pero que con un marcado estancamiento económico no impulsa la economía mediante un mayor gasto público. No es ni más ni menos que un problema grave de concepción del euro, hay una política monetaria única y común unificado bajo el mandato del BCE, pero no hay una política presupuestaria única, ni siquiera existe voluntad de que la haya.

Por otra parte, no hay que salir fuera del Banco Central para encontrar el otro punto de fricción, el debate entre la ortodoxia y la imaginación a esta crisis. La visión y opiniones del Bundesbank pesan mucho en la institución de la divisa única. Los alemanes siguen teniendo una muy mala opinión de la compra de bonos para impulsar la economía. Un tema tabú sobre el que su convicción sigue siendo que estas medidas no son más que ayudas políticas a países como Francia e Italia, que no llevan a cabo las reformas y la disciplina presupuestaria referidas anteriormente. Esta visión la recoge perfectamente la declaración de Merkel que ante la declaración de Francia e Italia de incumplir el déficit lanzó la frase de: "Es un problema de credibilidad".

También Draghi se encuentra con una difícil situación en la banca que es el resorte para transmitir su política monetaria, se encuentra con una banca bloqueada. Es loable que quiera que los bancos europeos se pongan a prestar inundándoles de liquidez, aún cuando liquidez hay y sobra. El problema sigue estando en los test de estrés, dado que en los balances bancarios hay bastante morosidad o al menos préstamos de dudosa solvencia lo que desemboca en necesidades de capital. Esas posibles necesidades de capital derivadas del actual balance, unido a que nuevas concesiones de crédito demandarían más recursos propios, son las que atenazan a la banca para ponerse manos a la obra y comenzar a dar crédito. Con las compras de títulos anunciados, Draghi intenta sacar de los balances aquellos préstamos que más bloquean o consumen los recursos propios, pero para el pensamiento alemán esto es herejía monetaria. Lo deja claro el presidente del IFO cuando declara que el gobernador italiano pretende hacer del BCE el banco malo de Europa. Es previsible, el tiempo lo dirá, que al final sean los gobiernos de cada país, los ciudadanos, los que garanticen en última instancia las compras que de sus activos haga el banco central, algo que ya se viene barajando. La situación es muy, muy compleja. Se complica por la tardanza y la demora con la que el BCE ha llevado a cabo las medidas contra una crisis que esta devorando la economía europea.

También, por supuesto, hay visiones distintas en materia monetaria, también en los propios intereses de los países, Bruselas poco o nada aporta a esta situación. En definitiva Draghi está solo, no encuentra apoyo en la propia institución a la adopción de medidas imaginativas, tampoco contribuyen los gobiernos de los diferentes países reticentes a las reformas, Alemania no quiere llevar a cabo medidas de impulsos fiscales a su crecimiento, los bancos están preocupados por sus ratios de capital y desatienden su actividad que es la de dar crédito. La soledad de Draghi abona el camino para que se vuelva a cuestionar el euro en breve.

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