Opinión

Miguel Blesa, el árbol caído

Miguel Blesa

elEconomista criticó en soledad la nefasta gestión de Blesa cuando era todopoderoso y el resto de medios se callaba.

Para nadie es un secreto que el expresidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, es la perfecta antítesis de lo que se puede esperar de un empresario. A la desastrosa gestión que sumió la caja en la ruina y algunas operaciones que están investigándose en los juzgados, tenemos que sumar ahora su generosidad en el reparto de tarjetas de crédito opacas para Hacienda y gravosas para la entidad financiera, sin discriminar por razón de afiliación a partido político o sindicato.

Mientras algunos beneficiarios, la minoría, ni siquiera la activaron, Blesa destacó por el uso frecuente del dinero de plástico, aumentando su uso, hasta los 19.000 euros al mes, cuando sabía que le quedaban días en la caja, allá por enero de 2010.

Ahora que para todos los medios de comunicación es evidente las reprobables actuaciones de Blesa, y ya dirán los jueces y Hacienda si también delictivas, no está mal recordar la soledad de elEconomista cuando criticaba hace ya algunos años la gestión del entonces todopoderoso banquero, mientras el resto se callaba.

También criticamos la heterodoxia de muchos otros, en uno tiempo de excesos y de derroches, cuando la opacidad era una de las cualidades que regían en la mayoría de las cajas. Por ello, desde aquí aplaudimos la iniciativa de Hacienda de investigar a todo el Ibex para saber si existían en otras empresas tarjetas de crédito opacas, pero echamos en falta que la investigación se extienda también a las antiguas cajas de ahorros, donde se concentraron las tropelías.

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