
La muerte de Miguel Boyer, impresionante como todas las desapariciones de personalidades que han influido sobre el devenir colectivo, obliga a mirar atrás para calibrar la pérdida y ponderar el sentido de su obra, que fue muy valiosa.
Boyer, como es sabido, fue el primer ministro de Economía y Hacienda del PSOE tras su victoria electoral de 1982, que representaba el asentamiento definitivo de la democracia española tras pasar el Rubicón del golpe de Estado del 23F.
El PSOE, que venció con holgada mayoría absoluta, acababa de salir con gran dificultad del marxismo - González tuvo que dimitir de la secretaría general para que sus conmilitones aceptaran la mudanza y terminaran reponiéndole - y debía pasar de las palabras a los hechos, de la elucubración teórica a gestionar la realidad del país.
En aquella tesitura, Boyer, luchador antifranquista que desde primera hora había optado por la templanza y la moderación, representaba la socialdemocracia europea, la madurez del socialismo democrático europeo occidental.
La presencia de Boyer en aquel gabinete sirvió, en definitiva, para afianzar al PSOE sobre políticas moderadas de modernización y liberalización, alejando por tanto el riesgo intervencionista de la izquierda radical; para generar confianza en España en toda Europa y acercar por tanto la anhelada integración en las Comunidades Europeas; para situar a España en el camino de la inevitable reconversión industrial que nos permitiría alcanzar las cotas de productividad que finalmente han hecho posible nuestro ascenso hacia uno de los primeros lugares del ranking mundial de desarrollo y bienestar.
En su corto mandato -en 1985 abandonaba el cargo, desgastado y cansado-, en el que puso en marcha un plan de estabilización para contener el déficit desbordado y liberalizar la economía -desde los arrendamientos urbanos a los horarios comerciales-, marcó la pauta de una solvencia financiera que nos permitió llegar a Europa con comodidad.
Pero tuvo que sufrir los embates tanto del ala izquierda de su partido -Alfonso Guerra- como de las formaciones de más a la izquierda -Ramón Tamames, entonces en el PCE- que pretendían frívolamente más gasto público y menos ortodoxia. No es exagerado decir que Boyer encarriló acertadamente el largo mandato de Felipe González e hizo posible la gran evolución española en aquel período.
Descanse en paz.