
Ni Cameron ni los políticos han movilizado el 'no; han sido las divisas y las empresas.
A estas horas, y como usted ya conocerá, los escoceses han decidido continuar manteniéndose dentro del Reino Unido. Lo que en principio parecía una votación, pactada hace ya dos años y que debía pasar sin mayor contratiempo, al final ha deparado tensión y fuerte incertidumbre. Tensión no sólo entre los escoceses e ingleses, también en Europa y especialmente en países como Bélgica y España, donde los proyectos secesionistas están muy vivos en estos momentos. También en el ámbito internacional. Ahí está el caso de la OTAN, con la famosa base naval de Faslane y sus submarinos armados con los misiles nucleares Trident, precisamente en un momento en donde la situación ucraniana ha devuelto un fuerte protagonismo y vigencia a esta organización. Poco a poco, los independentista del SNP -Partido Nacional Escocés- liderado por Alex Salmond y cabeza visible del independentismo fueron dando la vuelta a la intención de voto.
Las encuestas que en un principio daban un claro 'no' a la separación se mutaron en un equilibrio de votos, incluso en las últimas semanas a la votación el 'sí' aparecía como la opción más votada. Al final el lema de los unionistas: Better Together (Mejor Juntos), parece haber prevalecido.
Durante mucho tiempo el Gobierno no prestó atención a este problema, dejó de hacer campaña a favor del 'sí'. No se dio cuenta de que a la población de un país o de una zona hay que explicarle y dar cuenta de las acciones que se están realizando. En mi opinión, no ha sido Cameron ni ningún otro político inglés el que ha movilizado el voto a favor del 'no', ha sido en parte la divisa y en parte las grandes empresas. La divisa, pues Escocia se quedaría sin la referencia de la libra; además sus bancos no tendrían como prestatario al Banco de Inglaterra, tampoco tendrían quien pudiera rescatar a sus bancos o garantizar los depósitos ante un situación de quiebra. No es gratuita esta afirmación. El miedo a esta situación había llevado a numerosos residentes en Escocia a llevarse su dinero y sus depósitos fuera de Escocia, a Inglaterra.
Es curioso ver cómo la gente enarbola las banderas de independencia a la vez que pone su dinero a buen recaudo. Las ínfulas independentistas no parecen tan claras cuando hablamos de temas de dinero. También es curioso que los que se quieren independizar de un país quieran utilizar algo tan nacional o patriótico como la divisa del otro país.
Por otra parte, las grandes empresas, aquellas que realmente generan empleo, tuvieron que salir de forma apresurada a manifestar que muchas de ellas, tanto financieras, aseguradoras, petroleras y de otros sectores se verían en la obligación de trasladar sus domicilios y sedes sociales a la otra parte de la frontera, con la pérdida de puestos de trabajo y recaudación para el nuevo gobierno.
Contribuyó también la UE y la posibilidad de quedarse fuera de ella con lo que supondría para una industria como la del whisky donde los ingresos se cifran en más de 5.000 millones de euros, de los que el 37 por ciento proviene del área euro. Aquí también es curioso como Reino Unido utiliza a su antojo la Comunidad Económica Europea, los ingleses como buenos independentistas, abogan por salirse de ella, sin embargo presionan a Escocia con vetar su entrada. Sería bueno que Inglaterra se diese cuenta que el Better Together es un lema también vigente cuando hablamos de la UE.
Pocos son los organismos o ámbitos económicos donde se propugne la secesión, tan solo aquellas con visiones sesgadas que quieren manifestar la prevalencia de sus posturas desintegradoras y para ello incurren en sesgos interesados y faltos de rigidez científica. A la economía no le gusta las aventuras idílicas. Sí el dinero, los mercados financieros y la economía son miedosos, prefiere que haya sumas y no divisiones. Un buen ejemplo de ello son los bancos donde se pide una y otra vez ganar tamaño para así aumentar las fortalezas y no caer en divisiones o estructuras muy pequeñas, también las empresas que constantemente están con fusiones y adquisiciones.
Pero es evidente que después de un análisis apresurado sobre el 'sí' a la unión, también es necesario el reposo. Probablemente si a estas horas Escocia continúa dentro del Reino Unido es porque los ingleses han entendido la necesidad de escuchar y actuar en consecuencia. Ahora comienza un proceso de transferencia de poder no sólo a Escocia, sino también a Gales y a Irlanda del Norte. Esa transferencia debe ir acompañado de información a los ciudadanos, explicarles qué está ocurriendo, qué están consiguiendo y sobre todo los partidos que agrupan no pueden desaparecer de la calle y dejar a los partidos desintegradores que administren los logros conseguidos.
Los ingleses no han ganado un referéndum para siempre. Si no salen a la calle y dejan al SNP manejar los logros, dentro de unos años se volverá a plantear la independencia y en este caso los independentistas serán más fuertes. Los ingleses tienen muchos escaparates y ejemplos donde mirar. Mientras en Europa vivimos nuevamente un rebrote de nacionalismo que económicamente puede hacer un daño terrible.