La abdicación del Rey don Juan Carlos abre la puerta a un proceso de sucesión que necesita el apoyo de la mayoría absoluta del Congreso. Mariano Rajoy anticipándose a esta situación no quería más sobresaltos y ante los malos resultados del PP y del PSOE en las elecciones intentó frenar la dimisión del líder socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba.
El presidente del Gobierno llamó al secretario general del PSOE a las 12 de la noche del 25 de mayo para convencerle de que siguiera al frente de los socialistas. Según el PP, Rubalcaba como líder de la oposición, es un importante factor de estabilidad. Rajoy, que conocía desde marzo la intención del Rey de abdicar, no quería que la votación de la ley orgánica de abdicación se produjera después de la marcha de Rubalcaba del PSOE.