Conocí a Picasso, tuve esa suerte, y he tratado al Rey, otra suerte que he tenido. Picasso decía que él no pintaba lo que veía, sino lo que pensaba. "¿Piensa usted mucho, Picasso?" "Es lo único que sé hacer cúbicamente regular".
Conocí al Rey cuando todavía era Príncipe. Me lo presentó Raimundo Saporta. "¿Cómo es el Príncipe, Raimundo?" "Un reino de simpatía".
Saporta era un ser rotundo. Definía con un solo adjetivo. En los Juegos del Mediterráneo de Argelia, año 1975, fue la primera vez que hablé de política con el Rey, en aquel entonces Príncipe. Habíamos coincidido ya en varios eventos deportivos. Digamos que él me conocía a mí y yo le conocía a él. De pronto, va y me pregunta a los postres de la cena de celebración de la medalla de oro ganada por la selección de balonmano: "¿Tú eres monárquico, Miguel?" Me salió del alma. "¡Caramba, señor, qué pregunta!" Dudé dos o tres segundos y le contesté: "La verdad, señor: soy apolítico del Atlético de Madrid". Riendo, me replicó: "Lo sabía. Eres sincero. ¡Claro, cómo vas a ser monárquico!" -y agregó-. "Yo, llegado el momento, lo que quiero es servir por igual a todos los españoles, piensen como piensen, y ser útil a España". Le hice la pelota: "Creo que puedo presumir de conocerle un poco. Usted es apolítico de todos, como yo soy apolítico del Atlético. ¿A qué sí?" Asintió, alborozado: "Eso. Servir a todos los españoles. ¿Me aceptarán?"
Me vino en ese mismo momento a la memoria la frase de Pablo Picasso y la transformé de esta manera: "Yo, casi siempre, pienso y digo lo que siento, señor. Lo intuyo: le aceptarán"
Han pasado muchos años desde aquel día, casi cuarenta años. Su abdicación, me entristece. Lo sé por experiencia personal: el carisma del Rey es inmenso. "Qué suerte tenéis los españoles de tener un rey como Juan Carlos", me dijo una vez un periodista alemán. Sí, una suerte tal vez insuficientemente valorada por los inocuos de siempre. El Rey es un "panal de rica miel" haciendo amigos. La mejor marca de la Marca España. Dónde dispara con su simpatía, en el país que sea, brotan bienes -negocios, obras y cosas de este tipo- para España.
En fin: ha abdicado el Rey Juan Carlos I, viva Don Felipe VI. Si sale como su padre, qué bien, qué suerte para España y especialmente para todos los españoles y españolas. Yo creo en las personas, no en las arcaicas y falaces ideologías. Creo en los gestores y sobre todo en los que aman a España, sean del Atlético, del Real Madrid o del Barça.
Miguel Ors, periodista.