Opinión

Los 'minijobs' de los niños ricos

La lección que nos da el niño Beckham y que hay que aprender es que existe una cultura del trabajo que empieza en la adolescencia, independientemente de quiénes sean tus padres.

Resulta que el hijo mayor de la multimillonaria pareja Beckham ha comenzado a trabajar. Un mini-job, que consiste en ser camarero los fines de semana en un bar de Londres. El joven Brocklyn, de 16 años, estudia en el instituto y los fines de semana trabaja siete horas cada día por 3,2 euros la hora. Ni siquiera cobra el salario mínimo interprofesional británico, porque no alcanza los 18 años. Sus padres, que tienen una fortuna de unos 145 millones de libras esterlinas, quieren que su hijo sepa lo que cuesta conseguirlo.

La reacción en las redes sociales en España ha sido casi la misma: trabaja, pero no le falta de comer. Por supuesto la mayor parte de los comentarios han sido negativos. Éste es el problema. Los minijobs son un trabajo para jóvenes que lo compaginan con sus estudios. No se trata de pagarse un apartamento, se trata de pagar los gastos y la importancia de la responsabilidad personal. Lo normal en los países anglosajones y del norte de Europa es que, desde los 16 años, los jóvenes estudien y trabajen. Los trabajos en MacDonals de fin de semana se crearon exactamente con ese fin. Todo el mundo sabe que no se vive de un minijob y forman parte de la formación de los individuos.

Cuando se trabaja y se estudia a partir de los 18 años, el sueldo sube hasta el salario mínimo interprofesional. El hecho de que el matrimonio Beckham anime a su hijo a trabajar debería ser una llamada de atención para los que se pasan los fines de semana iniciándose al botellón. ¿O es que creen que al niño Beckham no le gusta salir de marcha? En los países del sur de Europa se entiende que el primer trabajo llega una vez terminado los estudios universitarios, y además las condiciones han de ser prácticamente como si llevaran toda la vida demostrando lo que no saben. Gran error que en el caso de España nos ha llevado a doblar siempre el desempleo juvenil de la media de la UE. Siempre, incluso en épocas de gran crecimiento.

Nos llevamos las manos a la cabeza porque nuestros jóvenes no trabajan, pero, ¿hemos pensado cuándo trabajaron alguna vez? La lección que nos da el niño Beckham y que hay que aprender es que existe una cultura del trabajo que empieza en la adolescencia, independientemente de quiénes sean tus padres.

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