Opinión

Análisis | Ucrania: gas, bases y testosterona

Como país, Ucrania no tendría gran relevancia ni por tamaño -es más pequeño que el Estado de Alabama- y su PIB es más bajo que la capitalización bursátil de muchas de las empresas tecnológicas norteamericanas de moda. Su desgracia es que estratégica y económicamente es extremadamente importante por otros motivos.

El problema es que es por donde pasan los gasoductos que llevan gas ruso a Europa y, por si esto fuera poco, la provincia de Crimea es militarmente el enclave más importante que tiene Rusia para sus bases, especialmente navales, en la zona. Esta es, por lo tanto, la primera cuestión a considerar: Rusia no puede bajo ningún concepto permitirse perder esas bases.

Lo de los gaseoductos es importante, pero en principio es menos preocupante porque al final a nadie interesa que dejen de funcionar, ni al productor/vendedor (Rusia) ni al consumidor final (la Unión Europea). Recuerden lo que pasó en Siria: en pleno conflicto seguía saliendo petróleo y gas, aunque se redujera la producción. Todos necesitaban ese dinero precisamente para mantener la guerra en marcha.

Aclarado lo anterior, que es lo que ya sabe la mayoría de la gente que lea periódicos o vea las noticias, la pregunta clave para el inversor es en qué puede parar todo esto y qué estrategia seguir. No me prejuzguen negativamente por no entrar en temas éticos o morales ni hablar de la locura y el horror de todo esto. A mí me piden consejos financieros, no éticos. No les quepa duda de que tendría mucho que decir sobre los políticos rusos, europeos y norteamericanos, y la calificación moral o incompetencia general de los mismos, pero yo soy un simple estratega de mercados y esa es la opinión que me piden.

Volviendo a mi negociado, la buena noticia es que a nadie interesa que esto se vaya de las manos. La situación económica de Rusia no está para muchas alegrías. Este país es básicamente un productor de materias primas cuyo precio no levanta cabeza desde hace tiempo por motivos que ahora no vienen al caso.

La Unión Europea tampoco tiene ningún interés en quedarse sin gas natural, y en el fondo Rusia ya era dueña efectiva de Crimea, no sólo porque su población es totalmente pro rusa, sino también por la presencia del poderío militar allí instalado, que pesa más que cualquier línea fronteriza. Esta sería, por lo tanto, la buena noticia: estamos ante una cuestión que podría arreglarse diplomáticamente. A cara de perro y con sanciones económicas incluidas, pero sin llegar a las manos.

No lo duden: mientras dure la negociación a cara de perro, las bolsas lo reflejarán a la baja. Pero habría un final relativamente feliz, un acuerdo negociado y estaríamos asistiendo a una auténtica oportunidad de compra.

No inmediata, obviamente, pero sí en caso de que se perciba voluntad negociadora. Este es el escenario que vemos más probable, simplemente porque a nadie interesa un conflicto bélico o algo parecido. Y mi sensación es que Putin ha actuado para tomar una posición fuerte en el tablero de la partida de ajedrez que va a jugar, no para iniciar un conflicto armado.

Sin embargo, lo que nos hace sentirnos incómodos con esta situación -y cómodos con haber aumentado el nivel de liquidez de nuestras carteras al inicio del año (aunque más por temor a China ya al efecto del tapering en las economías emergentes que por este follón) es otra cosa: la testosterona.

Aquí los que pueden liarse a tiros en breve son los propios ucranianos entre ellos. Y si hay una guerra civil la UE y EEUU apoyarán a los prooccidentales con armas y dinero, y Rusia hará lo mismo con los suyos. Testosterona de Putin, testosterona de Obama y el equivalente femenino de dicha hormona guerrera masculina en la Sra. Merkel.

Nuestra recomendación es esperar a ver cuál de los escenarios es el que va materializándose: partida de ajedrez o combate de boxeo. Ante una escalada de la tensión -combate de boxeo como forma elegida para solucionar el conflicto-, mantendremos la liquidez donde está. Si hay tiros, tampoco la usaríamos hasta que se vislumbre una mesa de negociación.

Si lo que impera es la testosterona, hay que mantenerse al margen porque las armas las carga el diablo. Si, por el contrario, empieza a verse que esto es más una partida de ajedrez que un combate de boxeo, aprovecharíamos para tomar posiciones en nuestros mercados preferidos, aprovechando la locura y la sed de poder que lleva a los políticos a meterse en estos follones.

Víctor Alvargonzález, director de inversiones de Tressis.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky