
El Estado -el nacional, el autonómico, el local- no es simplemente el hipertrofiado aparato burocrático, sino servicios sociales, comunicaciones, seguridad? en conclusión, el sistema mismo que estructura nuestra vida, que resuelve (o debería) nuestras necesidades. Y que se pagan con nuestros impuestos.
Tiempo ha apareció el eslogan "Hacienda somos todos". ¿"Somos" o "deberíamos serlo"? Veamos: la unidad de inspección de grandes contribuyentes ¿ha entrado en rebelión abierta? Porque la dimisión en bloque de sus miembros no se puede explicar simplemente como una "ocurrencia".
Ni tampoco la desaparición de esa Inspectora, que aplicando la Ley hizo proa a importantísima empresa, puede encuadrarse en una mera decisión jerárquica. Y ahora nos encontramos con que el director general de la Inspección de la Agencia Tributaria da un portazo al ministro ante lo que se percibe como una injerencia del Gobierno en decisiones que deberían ser iguales para todos.
Si resulta que casi el 80% del fraude tributario se concentra en los grandes contribuyentes, como clama, reclama y proclama la asociación de Inspectores de Hacienda y que esta Inspección se encuentra ayuna de los medios suficientes.
Que si se recaudara un tercio de lo que defraudan estas exquisitas personas y sociedades se resolvería el déficit del Estado, uno se pregunta: ¿no se recauda por no poder o por no querer? Si además le sumamos el infumable supuesto tan exculpatorio como contradictorio que afecta a la Infanta Cristina y que nunca había visto en mi experiencia de casi medio siglo de abogacía, llegamos a conclusiones de negro realismo.
Y si, por último resulta que la presión fiscal recae masivamente sobre la gente de a pie a quienes se sigue y persigue hasta el último céntimo de euro mientras que de los miles de millones defraudados por los de arriba ni se sabe ni se quiere saber, díganme Vds. si "Hacienda somos todos".