Opinión

¡Y a quién le importa la economía! No habrá optimismo hasta que no cambien las reglas del juego político y democrático

Aunque el Gobierno ve síntomas de recuperación y brotes verdes, lo cierto es que las pymes, los autónomos y las familias, cuya visión se fundamenta en la economía de la calle, no aprecian mejoras en absoluto. Porque una cosa es que los datos macroeconómicos vayan mejorando muy lentamente y otra bien distinta que se hayan terminado los impuestos confiscatorios, los cierres diarios de comercios, el desempleo y la falta de alternativas para los parados, la pobreza infantil, los concursos de acreedores, la corrupción...

España puede dejar atrás la recesión en la que ha estado inmersa durante ocho trimestres consecutivos. Incluso podría experimentar un exiguo crecimiento en 2014. La prima de riesgo ha entrado en zona de mínimos en relación a los dos últimos años, situándose por debajo de la prima italiana. Y el PMI ha escalado hasta alcanzar los 51 puntos.

Todos estos indicadores, que presagian una débil y lentísima recuperación de nuestra economía, han sido recogidos en multitud de informes sobre España realizados, entre otros, por bancos de inversión como Morgan Stanley u organismos internacionales como la OCDE. Además, este optimismo económico podría verse reflejado en el cuadro macroeconómico que el Gobierno presentará a finales de septiembre, que es con el que se elaborarán los Presupuestos del año que viene.

Sin embargo, y a pesar de todo lo anterior, sigue sin haber optimismo en la calle porque España continúa sin ser un país competitivo y dotado de un mercado laboral flexiseguro. Del mismo modo, España sigue sin contar con libertad económica suficiente al estar fraccionado en 17 pequeños estados. Y además, sigue ser una verdadera democracia. Quizás, si algo de esto cambiara, los españoles podríamos tener esperanzas al conocer estas magnitudes económicas positivas.

La crisis económica española es diferente y única porque está originada por una crisis de índole política derivada del inmenso poder que tiene el bipartidismo corrupto. Por tanto, para reactivar la economía es preciso cambiar las reglas del juego político y democrático, empezando por no tapar la corrupción del PP-PSOE a través de una Justicia politizada. Mientras se sigan subiendo los impuestos para pagar el gasto público-político improductivo y no se logre controlar el déficit y la deuda es imposible que nuestro país salga de la crisis. Por no hablar de los carísimos precios de la energía o de unos bancos que hacen negocio con el dinero del BCE y que le cobran a las pymes el doble que al Estado por prestarles dinero.

Así las cosas, y teniendo en cuenta a los parados, únicamente se podrá hablar de recuperación cuando España comience a crear empleo de forma sostenida. ¿Se mantendrá la tasa de paro en niveles altos aunque España creciera por encima de las previsiones del Gobierno? ¿Tiene flexibilidad y capacidad el mercado laboral español para absorber a nuestros parados? ¿Cuántos años necesitaría España, y a qué ritmo de crecimiento, para que el desempleo bajara a los niveles de antes de la crisis?

Lo único que parece cierto, según el economista Niño Becerra, es que solamente bajará el paro, sobre todo a corto y medio plazo, si las condiciones laborales y salariales sufren un importante deterioro. Por ello, nuestro mercado laboral se encuentra en peligro de marroquinización, lo que supone una terrible visión pero, a la vez, llena de lógica.

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