Registralmente, el empresario gallego no posee ni el pazo donde reside habitualmente, porque la mayor parte de sus propiedades inmobiliarias figuran a nombre de su mujer. Una práctica frecuente para dificultar posibles embargos.
Registralmente, el empresario gallego no posee ni el pazo donde reside habitualmente, porque la mayor parte de sus propiedades inmobiliarias figuran a nombre de su mujer. Una práctica frecuente para dificultar posibles embargos.