Ante la visita de Mariano Rajoy el sábado a Castellón, Alberto Fabra quiere allanarle el terreno y, para ello, nada mejor que ofrecerle la cabeza de Rafael Blasco. El presidente de la Generalitat ultima la expulsión del exconsejero, imputado por presuntos delitos de tráfico de influencias, prevaricación o falsedad documental en ayudas al Tercer Mundo. El PP valenciano no levanta cabeza, pues a las acusaciones que el juez José Castro está vertiendo sobre Barberá y Camps, hay que añadir que en el Grupo Popular en las Cortes autonómicas hay casi una decena de imputados. Si Fabra echara mano de la escoba y se enfrentara a ellos, podría encontrarse en minoría parlamentaria? si no, atará su futuro al de los diputados acusados de corruptelas. ¿Se atreverá el president a barrer bien su casa y arriesgarse a perder el Gobierno?