Que los países periféricos del sur como Grecia, Portugal o España han perdido parte de su fe en Europa es comprensible. Son junto a Chipre los que más están sufriendo la política de ajustes impulsada por el Eurogrupo. Sin embargo, este cuadro de euroescépticos ha cambiado drásticamente en los últimos meses con la incorporación de Francia. Según una encuesta de Pew Research Center, los ciudadanos del país vecino son los que más han dejado de creer en el proyecto europeo. Del 60% que confiaban en él en 2012 se ha pasado al 41% este año, un desplome de 19 puntos sin parangón en el resto de países europeos. El presidente François Hollande tiene buena parte de culpa, por aplicar medidas que no han surtido el efecto deseado, incrementado el pesimismo en las calles.