Opinión

Un error fatídico

K. Rogoff

Desacreditar la austeridad puede socavar la responsalbilidad fiscal a largo plazo.

La controversia es esencial para el avance de la ciencia. Así que la desacreditación de un trabajo de los economistas Carmen Reinhart y < Rogoff por problemas metodológicos y un error de codificación forma parte de la vida cotidiana académica. Sin embargo, la cobertura de la controversia por los medios y la blogosfera ha sido increíblemente intensa y simplista.

Crecimiento en épocas de deuda, el breve artículo escrito en 2010 en el que Reinhart y Rogoff afirmaban que la deuda pública comienza a tener un efecto significativamente negativo sobre el crecimiento de la economía una vez que alcanza el 90 por ciento del PBI, nunca fue un trabajo celebrado de investigación económica. En tanto una caracterización empírica aproximada de hechos estilizados, fue recibido de manera un tanto escéptica por la comunidad académica y ambos autores eran conocidos por otras contribuciones mucho más notorias. Google Scholar, el motor de búsqueda académica, registra más de 3.000 citas académicas para el trabajo más citado de Rogoff y menos de 500 para Crecimiento en épocas de deuda.

Lo que normalmente hubiese quedado como un tema de conversación trivial postseminario, sin embargo, se convirtió en un tema de discusión para periodistas, comentaristas y responsables de política. Para todos ellos, lo que importa es que la triste suerte del trabajo de Reinhart/Rogoff erosiona la justificación de la austeridad fiscal.

Hace unos pocos meses, Olivier Blanchard, economista jefe del Fondo Monetario Internacional, ya había criticado a sus colegas y a los responsables de políticas en los países avanzados por subestimar sistemáticamente el impacto recesivo de los programas de consolidación fiscal. La debacle del escrito de Reinhart/Rogoff se considera ampliamente como otro ejemplo fatal de los endebles cimientos intelectuales de la austeridad.

Pero esto es solo parcialmente cierto. Hasta la aparición del trabajo de Reinhart/Rogoff, el argumento principal para la racionalización fiscal descansaba en las preocupaciones sobre la sostenibilidad de la deuda pública. La pregunta era si un Estado soberano podría en última instancia repagar su deuda, dadas las condiciones económicas y financieras específicas, así como las tendencias a largo plazo, tales como el envejecimiento de la población y la incertidumbre sobre el curso futuro de la política.

El problema era que los economistas no podían decir cuánto era demasiado. No había un umbral por debajo del cual la deuda fuese inocua y peligrosa por encima. Por lo tanto, el mensaje a los responsables de política era confuso. Los economistas parecían médicos que informaban a sus pacientes que si bien un poco de vino podía ser beneficioso, demasiado ciertamente es peligroso, sin poder decirles cuántos vasos por día podían tomar. Tenían razón, pero su imprecisión era absoluta.

La confusión era especialmente aguda a principios de 2010, cuando se publicó Crecimiento en épocas de deuda. La economía mundial recién salía de la recesión más profunda del periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial. Un estímulo keynesiano global había evitado lo peor y la pregunta de política más urgente era si se debía continuar sosteniendo a la economía o comenzar a consolidar.

Algunos argumentaron en favor de demorar la consolidación porque la economía aún se encontraba en una profunda recesión; según esta postura un ajuste demasiado duro hubiera tenido un impacto mayúsculo sobre una economía privada aún débil. Algunos afirmaron lo opuesto, sosteniendo que debido a la escala de la tarea no había tiempo que perder.

El trabajo de Reinhart/Rogoff pareció proporcionar el argumento perfecto a favor de una rápida consolidación, por eso fue citado intensamente en las discusiones de política. Se sostenía que la austeridad era necesaria para poner freno al aumento en la ratio de deuda y salvaguardar el crecimiento de largo plazo.

Por cierto, la racionalización podía implicar algunos costos en el corto plazo, pero los beneficios en el largo plazo serían mucho mayores. Aún cuando Reinhart y Rogoff no llegaron a esa conclusión explícitamente en su trabajo, muchos lo hicieron por ellos. Era tan tentador para un ministro o un tecnócrata en puestos de responsabilidad explicar que la consolidación debía comenzar inmediatamente porque se estaba cerca del umbral del 90 por ciento, que la mayoría no pudo resistirlo.

Una gran dependencia sobre lo que resultó ser evidencia disputable ha dejado a los halcones fiscales en una débil posición, como mínimo, frente a sus oponentes. Esto es particularmente cierto en Europa. La Unión Europea prometió que una rápida consolidación sería buena para el crecimiento, pero produjo una recesión y desilusionó a sus ciudadanos. La fatiga del ajuste se está instalando y los gobiernos se arriesgan a perder apoyo si avanzan mucho más en sus esfuerzos de consolidación.

El peligro es que desacreditar a la austeridad precipitada podría socavar la justificación de la responsabilidad fiscal en el largo plazo. En ese caso, los mercados financieros podrían concluir que la sostenibilidad de la deuda pública está en serio peligro, una percepción que podría tener efectos muy negativos sobre las condiciones de financiamiento. Al final, el crecimiento sufriría realmente, otorgando irónicamente la razón a Reinhart y Rogoff.

Este episodio subraya una vez más la importancia del rigor intelectual. Por supuesto, no siempre es un credo por el cual resulta fácil guiarse. Los investigadores se ven tentados por los resultados persuasivos que pueden atraer el interés de los responsables de política, quienes se ven tentados por una lectura selectiva de la evidencia que puede brindarles municiones en los debates locales e internacionales. Ceder a cualquiera de esas tentaciones, como lo ha demostrado el episodio de Reinhart/Rogoff, nunca es aconsejable.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky