El 61,4% de los jóvenes que trabajan en España tienen un contrato temporal. El dato no es malo en sí, pero a menudo la temporalidad implica volatilidad, que, si va unida a rigideces en el mercado laboral, puede prolongarse más de lo deseado. Suecia sigue a España con un 57,5 y, aunque el paro general allí es del 8%, el juvenil lo triplica -lo que indica un problema-. En Alemania el dato es alto, pero su desempleo juvenil es un mero 8%. La clave es compaginar lo mejor posible la oferta educativa con la laboral.