Opinión

El Tsunami: Prohibido fumar, salvo si se es político

El pasado lunes, Jorge Moragas y Alfonso de Senillosa -director y director adjunto, respectivamente, del Gabinete de la Presidencia del Gobierno- comieron en un reputado restaurante del barrio madrileño de las Vistillas. Es lógico que, dada la relevancia de sus cargos, los aludidos escogieran un reservado para mejor evitar oídos indiscretos. Tampoco sorprende que el restaurante les dispense un trato algo más cuidado que al comensal corriente, siquiera por motivos de seguridad. Ahora bien, que los dirigentes no tuvieran empacho en fumar -como se pudo observar en un momento en que abrieron las puertas- al abrigo de esa privacidad no es de recibo. Siendo ambos responsables públicos, deberían dar ejemplo, en lugar de saltarse la ley a la torera creyendo que nadie los ve.

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