Entre la indignación y la intriga. Así se quedaron muchos periodistas ayer en la presentación del plan de alquileres sociales del Gobierno a cargo de Soraya Sáenz de Santamaría. Tras comparecer con una hora de retraso, la vicepresidenta apenas sí añadió nada nuevo, y no admitió preguntas. Pero es que la vicepresidenta habló en un tono sombrío, como si se tratara de malas noticias (vea el vídeo con sus declaraciones), y los ministros que la acompañaban parecían cabizbajos. Tan es así que a Sáenz de Santamaría le traicionó el subconsciente y llegó a decir que no quería ponerse "sentimental" con el asunto tratado. ¿A qué se debía el malestar del Gobierno en un anuncio que tanta expectación positiva había generado? Acaso la gravedad del caso Bárcenas o la vigilancia de Competencia al límite de los depósitos pesaban en el ánimo del Ejecutivo.
