La semana pasada, una destacada dirigente del PP y un ministro celebraron una comida en el restaurante Horcher, uno de los más afamados -y costosos- de Madrid. Su presencia llamó la atención de los clientes, que empezaron a criticar sin tapujos que dos responsables públicos eligieran un lugar tan ostentoso para su reunión.
Presas de la indignación, comentaron audiblemente que su conducta era inapropiada viniendo de cargos elegidos y en un momento de recortes y de repetidas subidas de impuestos -pagados por esos mismos comensales-. Puede que ambos personajes sean más discretos en lo sucesivo. Al salir del restaurante, uno de los clientes les espetó: "Espero no volver a verlos por aquí".
