Si bien el enfado del empresario Víctor Grifols puede estar justificado, el tono de sus declaraciones, en las que amenaza con dejar de invertir en Cataluña y en el resto de España "mientras las cosas no cambien", resulta excesivo.
Si bien el enfado del empresario Víctor Grifols puede estar justificado, el tono de sus declaraciones, en las que amenaza con dejar de invertir en Cataluña y en el resto de España "mientras las cosas no cambien", resulta excesivo.