Quizá la consecuencia más provechosa de la necesidad de hacer recortes es el obligado escrutinio al que se somete ahora el gasto público. Así, hemos sabido que sólo un mes antes de dejar su cargo, el antiguo ministro del Interior, Pérez Rubalcaba, compró un formidable helicóptero para la Policía Nacional por 24 millones de euros. Nada que objetar a la modernización de nuestras fuerzas del orden. Ocurre que la compra se ha demostrado poco útil, en la medida en que el aparato es tan moderno y tecnológico que nadie sabe pilotarlo. Por eso mismo quieren sustituirlo por cuatro nuevas aeronaves plenamente funcionales y cuyo precio conjunto ronda los 22 millones. El helicóptero de Rubalcaba habrá servido, al menos, de mal ejemplo.