El expresidente del Gobierno, José María Aznar, se reunió la semana pasada con Bill Clinton en Nueva York. El encuentro a buen seguro sirvió para compartir enriquecedoras impresiones sobre la actualidad y, a no dudar, sobre la situación de la economía española. No en vano, el presidente de EEUU entre 1992 y 2000 publicó hace apenas unos meses un libro sobre cómo reactivar la economía estadounidense. Ahora bien, precisamente porque las dificultades por las que atraviesa España son particularmente pronunciadas, no parece razonable que Aznar se desplazara en primera clase acompañado por tres escoltas, cuyos costes corren por cuenta del Estado.