Opinión

Héctor Barak: Robo de identidad personal: no sólo virus

A medida que la realidad online invade nuestras vidas, crece asimismo la conciencia de que es necesario proteger nuestra identidad virtual y todo lo que pueda afectar a nuestros bienes a través de Internet. Quién más y quién menos se preocupa de contar con un buen antivirus, sólo deja sus datos en páginas seguras, y opera a través de pasarelas de pago en el comercio electrónico.

Sin embargo, los cacos no descansan, y procuran ir siempre un paso por delante de nosotros. Así que en vista de que el honrado ciudadano tiene la vista puesta en el frente virtual? ellos optan por la retaguardia; el papel de toda la vida.

En efecto, en plena era de los smartphones, tablets, portátiles, cloud computing y realidad virtual, sorprende el que todavía haya criminales que traten de apoderarse de papeles comprometedores para las empresas o que contengan información relevante personal y financiera.

Ahora bien, deberíamos considerar que, si lo hacen, es porque todavía encuentran personas que los descuidan y los dejan a su fácil alcance. Es curioso, pero una gran mayoría de ciudadanos se desprenden de su información financiera en papel, como facturas, estados de cuentas bancarios, recibos de cajeros automáticos u ofertas de tarjetas de crédito a través del simple y cívico acto de arrojarlos al contenedor de papel, sin siquiera romperlos en  trozos. 

Lo mismo suele ocurrir con partidas de nacimiento, tarjetas de la seguridad social, o tarjetas bancarias ya caducadas,  que lanzamos alegremente al cubo de la basura. Es increíble la cantidad de papeles que tiramos sin ninguna precaución y que contienen información tremendamente sensible sobre nuestras vidas. A través de estos "inocentes" papeles los cacos pueden saber nuestro nivel de ingresos, en qué los empleamos, a qué colegio acuden nuestros hijos, cuál es nuestra profesión, en qué aficiones empleamos el tiempo libre, o incluso si tenemos la buena costumbre de veranear todos los años en el mismo lugar y en las mismas fechas? Aterra, ¿verdad?

Lamentablemente, son todavía pocas las personas que emplean tan sencillas pero eficaces defensas como las destructoras de papel ?hoy en día disponibles en el mercado en diferentes rangos de precios y prestaciones, al alcance de cualquiera- y no limitarnos al inocente hecho de rasgar en cuatro partes los documentos.

El objetivo es que los ladrones no lleguen a conocer nuestro número de cuenta bancaria, o el de las tarjetas de crédito y, por supuesto, que no sepan cómo es nuestra firma ni los distintos pines o códigos que garantizan el franco acceso a los activos.

Por ello, no es en absoluto aconsejable dejar los recibos o justificantes de una operación con tarjeta en los cajeros automáticos, en el mostrador del banco o en las gasolineras. Tampoco hay que ser tan cándido como para arrugarlos y lanzarlos a la papelera más cercana. Y aunque ya no es una práctica muy habitual -sobre todo en las  grandes ciudades- nunca hay que dejar cartas en el buzón para que las recoja el cartero.

Se ha dado el caso de que los criminales consiguen por estos medios una identidad falsa (con todas sus terribles consecuencias, como falsificación del DNI, por ejemplo) y operan con ella para dar sus golpes. Así, los únicos rastros que dejan (apertura de cuentas, facturas sin pagar, alquiler de coches?) quedan a nombre de la pobre víctima.

También es muy habitual entre ciertas mafias abrir líneas telefónicas bajo identidades falsas y alquilar sus servicios a inmigrantes para que llamen a sus países. Como es lógico, la astronómica factura que le viene al timado es descomunal, y se verá metido de lleno en graves problemas legales para demostrar que no fue él quien contrató el servicio ni quien le dio uso.

Según calcula el Federal Reserve Bank of Boston, cuatro de cada cinco víctimas no tienen la menor idea de cómo el ladrón de identidad obtuvo su información personal. La mayoría de los que dicen saber qué ocurrió opinan que alguien les robó su bolso o cartera.

En cambio, desconocen lo habitual que es el "dumpster diving" o búsqueda en basureros. Esto puede ocurrir en casa, en el trabajo o en cualquier negocio. Es decir, alguien puede robarnos la identidad por nuestra propia negligencia (por dejar sin destruir nuestros papeles al alcance de cualquiera en el contenedor azul) o bien por la de otros a los que prestamos nuestros datos.

Como ejemplo podríamos mencionar a nuestra clínica o centro de salud, gimnasio, supermercado, el colegio de nuestros hijos, cualquier comercio en el que habitualmente paguemos con tarjeta? En definitiva, todas las empresas a la que facilitamos nuestros datos bancarios y/o personales.

¿Qué hacer?

Según la misma fuente, el robo de identidad tarda en  revelar sus consecuencias. Normalmente, la mitad de ellos pasan inadvertidos para las víctimas una vez transcurrido el primer mes, y uno de cada diez permanece tapado durante dos años o más. Y es que los ladrones, a veces, prefieren esperar para evitar sospechas, o bien para ganar tiempo y cambiar el domicilio postal en las facturas bancarias. De esta forma, tardan más en ser descubiertos y sacan mayor rédito a su estafa.

Por tanto, y de manera general, guarde la información en papel que deba conservar en un lugar absolutamente seguro, especialmente si comparte piso o cuenta con  empleados en su casa. Destruya de manera profesional cualquier documento con información sensible, incluso la propaganda de su banco, si es que en ella aparece su número de cuenta.

Por supuesto, haga lo mismo con recibos, cheques cancelados, estados de cuentas bancarias, tarjetas de crédito vencidas, facturas médicas o documentos de seguros. Además, y para evitar que pueda ser víctima de un desfalco en caso de que pierda o le roben la cartera, lleve en ella la menor cantidad de tarjetas con identificación personal como le sea posible y guarde a mano el teléfono de anulación de todas ellas.

Y un último consejo: no olvide revisar frecuentemente (mejor si es cada dos o tres días) el estado de su cuenta corriente. De esta manera, logrará descubrir casi al  momento los posibles fraudes, y dar aviso a su banco y a las autoridades antes de que sea demasiado tarde.

Héctor Barak, Director General de Fellowes Iberia.

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