Opinión

Situación crediticia nacional

Imagen del Banco de España.

Después de múltiples negaciones y engaños la verdad se impone: una parte del sistema financiero español está dañado, muy dañado. Desconozco el alcance en cuanto a entidades en situación crítica al igual que el importe, a priori, necesario. Bankia puede ser tan solo el más llamativo o más candente, pero no el único caso o al menos ésa es mi percepción. No es baladí la cuestión del impacto en euros que esta situación puede hacer en las cuentas públicas, sobre todo en un momento de recortes a las prestaciones de los contribuidores españoles; sin embargo mi perplejidad y enfado se dirige a la falta de transparencia.

En primer lugar está la responsabilidad de los políticos, de todos, sin ningún tipo de color. Primero, el Gobierno Zapatero lanzó mensajes de que no solo no pasaba nada sino que nuestro sistema bancario era un ejemplo de solvencia para el mundo, algo que el partido en la oposición no desmintió ni criticó en ningún momento: quien calla otorga. Paralelamente, los políticos de ambos colores y de algún otro ocuparon cargos importantes en las Cajas de Ahorro donde su gestión ha sido horrenda, salvo honrosas, señaladas y meritorias excepciones: CCM, Cajasur, Unnim, Catalunya Caixa, CAM, Banco Valencia (filial de Bancaja), ahora Bankia, además se pueden añadir más nombres en un corto futuro. Pero no solo la gestión de estas cajas, sino previamente el diseño desastroso de la reorganización del mapa crediticio mediante de fusiones: Madrid-Bancaja, Caixa Nova-Caixa Galicia, Caixa Catalunya-Tarragona-Manresa, Sabadell-Terrasa-Manlleu y alguna más. El Gobierno Rajoy prometió transparencia, decir la verdad, después del oscurantismo "zapateril", pero no ha sido así.

Discúlpenme pero no me vale la repetitiva excusa de la penosa herencia de Zapatero, afirmación que comparto plenamente. El Gobierno a través de los cargos del PP sabía y conocía la situación de Bankia y otros casos. Ellos orquestaron las fusiones, en las actuales entidades ocupan cargos ejecutivos, por tanto conocen plenamente cual es la situación.

Pero hasta cierto punto y perdónenme que esto ni siquiera me asombre, hace ya mucho tiempo que no espero nada de los políticos, al menos de la mayoría, pues alguno queda decente. Pero eso sí y el Banco de España, ¿dónde queda? Una institución que a base de rigor y seriedad se había labrado una reputación intachable, con un personal formado serio y eficiente, ¿qué papel ha jugado? Les recuerdo que un Banco Central tiene una función de director de la política monetaria, si bien ésto ya no lo lleva el nuestro, así como una actividad de control y vigilancia de las entidades, que aún conserva. Además es independiente, repito independiente, y ni siquiera se le vota democráticamente.

¿Dónde estaba el Banco de España?

Ahora me pregunto cómo es posible que Deloitte se niegue a firmar la auditoría de cuentas de Bankia, sin que previamente el Banco de España no hubiera actuado preventivamente. ¿Por qué el gobernador Miguel Angel Fernández Ordoñez nos repite constantemente que la situación crediticia está controlada, que se ha terminado el saneamiento y la reorganización, cuando de forma continuada se produce un episodio cada vez más grave? ¿Dónde está la responsabilidad de una institución como el Banco de España, dónde la independencia? Menos mal que Luis Ángel Rojo y algún otro predecesor ya no están entre nosotros.

Toda esta debacle no incide solo en las cuentas públicas, incide directamente en aquellas personas que vía colocación de acciones, preferentes, convertibles, obligatoriamente convertibles, subordinadas y demás, han depositado su confianza y su dinero en estas instituciones. Muchas de estas personas han comprado los títulos debido a la confianza que le ofrecía el nombre de la institución. Claro que siempre existe la salvaguarda de la MIFID, esa ley fruto de una directriz europea para garantizar la protección a través de una actuación honesta, proporcionando información imparcial y clara, a la vez que tiene en cuenta las circunstancia personales. Díganme o al menos piensen para qué ha servido esta ley, además de para rellenar toneladas y toneladas de papel.

Sinceramente, no sé cuál es la situación de las entidades de crédito, lo que repercute en: las entidades que se encuentran en buena situación, ahorradores, inversores, credibilidad y confianza en la economía española. Los responsables de la situación no dan o no quieren descubrir las variables necesarias. Es más, juegan al engaño.

Miguel A. Bernal, profesor del IEB.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky