Los indicadores de confianza de consumidores y comerciantes minoristas en España registraron un notable empeoramiento en enero. Estos resultados apuntan a una prolongación de la dinámica contractiva del consumo privado y por tanto de la actividad. El desempleo, la falta de perspectivas de crecimiento, el recorte del gasto público y la caída de la inversión no ofrecen el marco idóneo para recuperar la confianza del consumidor. Sólo mejora la aportación neta de la demanda externa, por la disminución de las importaciones.