Opinión

Una reforma financiera poco brillante

Una reforma que tiene que mirar con un ojo a la prima de riesgo, con otro al deterioro de activos, con otro a la apertura de los mercados mayoristas y con otro a que fluya el crédito a las empresas consigue que cualquiera se quede bizco antes que encontrar una solución satisfactoria que remedie todos esos males simultáneamente.

Pero dicen que reconociendo el deterioro de los activos se abrirán los mercados mayoristas y así podrá fluir el crédito al mercado, estabilizando la prima de riesgo. Jugada que es la gran carambola a cuatro bandas con un golpe de taco de 50.000 millones de euros. Un poco corto el golpe si nos ceñimos a la cifra de 170.000 millones que avanzó el Banco de España.

Cabe preguntarse si lo que se ha hecho es lo que se debía y todo lo que se podía hacer, y la respuesta es no. Esta mal llamada reforma es una condición necesaria, pero no suficiente, para estabilizar el sector financiero, y no provocará por sí misma la apertura del crédito al sector productivo, y menos aún en condiciones de plazo y coste razonables.

La poca financiación que se obtiene es a un coste disparatado que desalienta cualquier iniciativa. Nada se ha dicho que complementariamente tienda a mejorar la financiación empresarial. Ni una sola medida, sólo la carambola, cuando dé frutos, contribuirá a este fin primordial. Ni se mejora la garantía recíproca, ni el capital riesgo, ni nada sobre el ICO. Ya fluirá el crédito cuando todo encaje, es decir, dentro de algunos años.

Hay poca imaginación en esta reforma y no se establecen más mecanismos que los del saneamiento puro y duro o las fusiones, cuando existen otras opciones adicionales disponibles, como es la externalización de la cartera de inmuebles hacia vehículos de inversión privilegiados, por poner un ejemplo.

El saneamiento total no es posible a corto plazo, pues la capacidad de capitalizarse y generar beneficios no alcanza la cuantía necesaria y, por eso, las fusiones no serán la panacea, ya que por mucho que agreguemos unas entidades con otras lo único que conseguiremos es crear problemas más grandes, pero no solucionarlos, y ahí tenemos algunos ejemplos de cómo una manzana podrida contamina todo el cesto. Ahora se quiere que el cesto podrido vuelva a meterse en otro cesto, pero lo que pasa con las manzanas bien puede pasar con los cestos.

Resulta ser todo un intento de ganar credibilidad en Europa y en los mercados, algo que ya hemos visto en pasados intentos de lo mismo. La consecuencia de seguir fiando en las fusiones algunas soluciones es que se estrechará el mercado financiero, se restringirá la competencia, seguirán subiendo los ya caros precios de los servicios bancarios y la financiación pasará a depender de muy pocas entidades, algunas de las cuales ni siquiera tienen puesto su foco de negocio en nuestro país.

No, esta no era la reforma del sistema financiero que se necesitaba. Porque el mérito de que el Estado no pondrá un solo euro en el saneamiento beneficia esencialmente a su financiación, pero para ese viaje no hacían falta tan rumbosas alforjas, puesto que una reforma es algo más que obligar a que los balances sean realistas y debe ofrecer alguna alternativa innovadora. Quizás todo esto dé frutos en unos años, y, mientras tanto, si no se les ocurre algo más, seguirán cayendo empresas y perdiéndose puestos de trabajo y los ahorros de los españoles serán manejados a espaldas de sus intereses.

Juan Fernando Robles, director del Instituto Superior de Técnicas y Prácticas Bancarias.

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