
Semana de importantes movimientos en el tablero de juego. Divisas, bonos y bancos apoyan a los alcistas.
Esta semana se pueden haber visto cosas importantes. Y no me refiero a lo del Bernabéu, sino a circunstancias más fáciles de interpretar que una defensa con cuatro tíos que nunca habían jugado juntos, en la que uno no es defensa, otro no sabe aún para qué le han traído, y un tercero lleva meses sin jugar un partido. Me refiero por suerte a cuestiones mucho más importantes que entender a mi admirado Mourinho, y que además nos alegrarán a todos los que tenemos interés en esta tribuna.
Para despedirme de un 2011 cruel, escribía de nuevo de esa sensación potencialmente alcista que vengo manifestando desde setiembre del pasado ejercicio, tras un verano en el que cayeron chuzos de punta. He hablado de mi confianza en lo que pudiera aportar este año, que el consenso de analistas daba a priori por perdido -y ya es decir para estos chicos-; afirmando que podía venir de tapado. Unas semanas después, liderados por el Nasdaq en Estados Unidos, y por Alemania en Europa, esas sensaciones parecen un poco más creíbles.
El momento ha sido más bueno que malo desde el primer día, pero esta semana han pasado cosas llamativas e importantes; sobre todo técnicamente hablando. Hemos visto a Europa romper resistencias de la mano de unos bancos que dejan confirmados patrones de continuidad alcista; y que comparten el sentir de los que podrían confirmar los índices de España e Italia. Hemos visto al Nasdaq 100 marcar niveles no vistos desde principios de 2001 y al Dow Jones Transportes romper su resistencia creciente para liquidar así el interrogante por teoría Dow que aún ejercía. Todo ello, con la volatilidad marcando mínimos como es menester.
Seguimos viendo a las compañías batir las estimaciones de unos analistas que probablemente se han pasado de prudentes; y parecen llegar soplos de aire fresco desde China que ponen sobre la mesa argumentos nuevos muy relevantes para las tendencias de fondo. Y sobre todo constato con gran alivio la reordenación a nivel correlaciones que puede aportarnos un rebote sensible del euro/dólar y una seria corrección de los bonos germanos y norteamericanos.