
Merkel y Sarkozy rehúsan, de momento, hacerse la foto conjunta con Rajoy, porque aún recelan de España. Los empresarios recelan de que la reforma laboral rebaje lo suficiente el coste del despido.
Entramos en la tercera semana de enero con casi todo por hacer. El presidente tuvo que salir al paso de las numerosas críticas sobre la subida de impuestos en una entrevistas a la agencia oficial de noticias para calmar a las clases medias y altas. Lo preocupante es que, junto a los argumentos económicos -la urgencia por captar dinero de las nóminas de los ciudadanos y sus rentas sobre el capital-, existen cada vez más evidencias de que hubo motivaciones políticas: los comicios andaluces. Montoro aseguró, sin embargo, este miércoles, tras una información de elEconomista, que el grueso del ajuste se conocerá antes de las elecciones. Ojalá.
Rajoy está decidido a tomar las medidas necesarias, según asegura por doquier. Sin embargo, en el mundo económico se ha instalado la impresión de que la reforma del mercado de trabajo no será tan profunda como necesita el país, ya que cargará las tintas sobre los convenios colectivos y sobre el fin de la indeciación de los salarios al IPC, pero dejará pasar la oportunidad de clarificar las causas del despido con 20 días de indemnización.
Por eso quizá en los últimos días han proliferado manifestaciones como las del presidenta de los empresarios madrileños, Arturo Fernández, en las que insta a tomar acciones drásticas. Los empresarios consideran que si no se abarata el despido de forma contundente, el efecto será inocuo sobre el empleo. El Gobierno se ha dado de plazo el primer trimestre para aprobar las medidas. Espero que la ministra de Trabajo, Fátima Báñez, diputada por Huelva, las dé a conocer antes de los comicios del 25 de marzo.
El otro asunto controvertido es el plan de rescate de la banca. En este punto, Rajoy también dio un paso atrás. El Ministro de Economía, Luis de Guindos, contaba con disponer de apoyo del Fondo Monetario Internacional, pero el presidente no quier oír hablar de ayudas, como es lógico. Entre otras cosas, porque estarían condicionadas a un alza inmediata del IVA, otro de los impuestos qeu RAjoy promete mantener y que tampoco podrá cumplir.
Los 50.000 millones en provisiones para la banca crean graves problemas de solvencia en varias de las antiguas cajas, sobre todo si se exige de golpe. El tiempo es fundamental. Una parte del sector propone que se acometa en cinco años con dos de prórroga para los más débiles. Pero un período tan largo no desbloquearía el crédito, como prometió Rajoy. Existe expectación, sobre todo por entidades sistémicas como Bankia, con un espléndido potencial, pero que necesitan tiempo para digerir su integración. Las fusiones no sanarán las heridas, ya que existen algunas, como la citada anteriormente, que crearía problemas de competencia.
De Guindos está atascado, com opublicó esta semana elEconomista, en cómo vender los suelos adquiridos por muchos bancos sin provocar su derribo. Probablemente se contemple un plazo corto para sanear la cartera inmobiliaria y otro mayor para suelos urbanos.
Y mientras el ministro de Economía deshoja la margarita, el de Hacienda marcha a buen paso para meter en cintura a las comunidades autónomas. El diseño de su plan, como avanzó esta semana elEconomista, es ofrecer protección a las que acepten un control previo de su Presupuesto por el Estado. Esto es muy importante porque la mayoría están hinchados por el lado de los ingresos. Un esquema copiado del de Merkel y Sarkozy para los miembros del euro.
Sin embargo, aún es muy pronto para asegurar que las medidas de Rajoy son acertadas, como defienden su splañideras y la prensa lisonjera. Aquí falta el plan draconiano de recorte del gasto que también nos prometió. Declaraciones como la de la ministra de Fomento, Ana Pastor, de mantener "a buen ritmo" la construcción del AVE a Galicia, pese a su casi nula rentabilidad, alimentan la desconfianza.
La rebaja de la prima de riesgo española esta semana, desafortunadamente, tiene más que ver con la inyección del BCE a la banca que con las reformas de Rajoy. La prueba de que Merkel y Sarkozy aún nos tienen bajo vigilancia es que ambos rehusaron hacerse la foto conjunta con nuestro presidente. Se verán por separado. Queda mucho por cumplir con tanta promesa.