Opinión

Es la inflación, estúpidos

Esta Gran Recesión del mundo occidental viene por triplicado. Se basa en la combinación de tres crisis: una de exceso de deuda, otra de demografía adversa y, para colmo, una de pérdida de competitividad ante las economías emergentes.

Frente a tal escenario -permítanme bautizarlo como El Sándwich Triple-, los mercados llevan sus recursos adonde hay más posibilidades de que obtengan retornos. ¿Y eso cómo lo calculan? Pues emplean el crecimiento nominal del PIB, ése que suma la inflación al repunte real de la actividad.

¿Qué significa esto? Pues que la deuda también se puede abonar con inflación, estúpidos. Y si se imprimen billetes, de paso se logra una balsámica depreciación de la moneda que vendría muy bien a la periferia de la UE. Justo lo que han entendido a la perfección las autoridades de EEUU y que tanto enoja a su prestamista chino.

Sin embargo, en Europa el acreedor es Alemania. Y Berlín no está dispuesta ni a que su envejecida población sufra minusvalías considerables en sus ahorros, ni a que sus trabajadores pierdan capacidad adquisitiva después de años de contención salarial.

Mientras los germanos lleven la crisis tan bien, estamos condenados a pagar las deudas a la vez que rebajamos los sueldos para recuperar competitividad. Un negocio muy, muy sufrido como pueden comprobar con el ajuste del Gobierno de ayer. Y así será difícil crecer en 2012.

Antonio Maqueda es jefe de Opinión de elEconomista.

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