Opinión

El mercado pide una ruta para que la UE crezca

Pese a todo el revuelo sobre Reino Unido, el principal fracaso de Bruselas ha sido no trazar un plan para salvar el euro. Eso requiere un intercambio: por un lado, los Gobiernos deben someterse a reglas fiscales creíbles.

Necesitan asumir alguna forma de mutualización de sus deudas sólo para aquellos que se porten bien, beneficiándose del abrigo de los eurobonos. A cambio, el BCE necesita dar su apoyo total a todos sus miembros solventes. Y eso requiere que se tomen medidas para impulsar el crecimiento y reformar el sistema financiero.

Hay que mostrarle a los inversores que hay una ruta clara e inequívoca en este sentido. En lugar de esto, se ha dado otra pifia y ni los Estados ni el BCE se han comprometido lo suficiente. De cara a la última cumbre, el BCE extendió su respaldo a los bancos de la eurozona prestando dinero barato sin límites. En teoría, eso ayudaría a los bancos a alimentar la demanda de bonos soberanos europeos.

Sin embargo, esto dista de representar el gran bazooka que quieren los inversores, en especial porque los bancos temen encajar pérdidas en una pilas de deuda pública cada vez mayores. Y el BCE sigue negándose a convertirse en el prestamista de última instancia de los países. Los Gobiernos tampoco han hecho los deberes: ni parece que el FMI tendrá todos los recursos prometidos, ni el fiscal compact acordado se antoja tan sólido.

La idea consiste en introducir la disciplina fiscal en las constituciones, pero esto no va a proteger al euro de las burbujas y los pinchazos. Hasta 2008, España e Irlanda eran considerados ejemplos rutilantes, con menos deuda pública y déficit que Alemania. Pero en el momento en que la finanzas se desplomaron, fue demasiado tarde. Y lo peor es que este fiscal compact no va a solventar los problemas actuales. Los planes se concentran demasiado en la austeridad y muy poco en el crecimiento. Y eso puede agravar la recesión que amenaza a Europa, algo que a su vez puede desencadenar bajadas de ratings y aún más recortes. La cumbre también desechó los eurobonos y deja el ajuste sólo para los países con déficit, lo que garantiza que será aún más difícil y doloroso.

En toda Europa se murmura que Alemania, que se ha beneficiado tanto del euro, pide demasiado a los demás. Respecto a Cameron, si pretendía proteger a la City y el mercado único, entonces ha fracasado, porque no estará en las negociaciones de las próximas cumbres. La cuestión es si están los países preparados para pagar el precio del rescate del euro. No lo parece.

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