Por fin la canciller alemana enseña la zanahoria. Lo dijo ayer Merkel varias veces en su discurso: los países miembros del euro que se comporten bien podrán recibir ayudas.
Y eso es precisamente lo que el candidato popular, Mariano Rajoy, lleva ya tiempo negociando con la lideresa germana, quien está redibujando la política continental a su gusto, permitiendo que los países se ahoguen financieramente hasta que no tienen más remedio que aceptar la disciplina.
Tras entrevistarse en al menos dos ocasiones con Merkel, Rajoy ya le ha asegurado que será un alumno ejemplar y se ha comprometido con un plan de ajuste a cambio de que Berlín desembolse fondos.
España los va a precisar por dos razones: por un lado, el PP es muy consciente de que los vencimientos que acumula España durante 2012, por valor de unos 335.000 millones entre el sector público y el privado, resultan insorteables si continúan las actuales condiciones de mercado y si, como es de prever, la economía no repunta a corto y medio plazo, en especial después de aplicar un programa de recortes y reformas duro y que, en un inicio, tendrá un efecto contractivo.
Por otro lado, los populares deberán acompañar tal paquete de medidas de una recapitalización de la banca, de modo que se reabra el crédito, fundamental para que se pueda reemprender la actividad. Sabedor de que la economía española está condenada a un periodo de largo estancamiento si no se logran esos fondos, Rajoy se entrega a una intervención de facto. No le queda otra al recoger el testigo de un Gobierno socialista que ha postergado las medidas correctas una y otra vez.