Mariano Rajoy insistió la semana pasada varias veces ante Zapatero para que no permitiera que la deuda soberana española sufriera recortes de valoración, al igual que hizo Cristóbal Montoro ante la vicepresidenta segunda, Elena Salgado. Pero no sirvió de nada.
España salió de la cumbre celebrada el miércoles con un mal acuerdo. ¿Cómo es posible que si nuestros bancos apenas poseen deuda griega -que es el activo mas penalizado, ya que sufrirá una depreciación del 50 por ciento- hayan sido los segundos más perjudicados de la UE?
La respuesta es simple, porque la Autoridad Bancaria Europea (EBA) puso normas que favorecen a Francia y Alemania, cuyas entidades tendrán que incrementar su capital entre tres y seis veces menos que las españolas. El truco está en que la deuda soberana, el activo más seguro hasta ahora en manos de la banca, se valorará a mercado y no al precio de su compra. La deuda española cotiza dos o tres por ciento por debajo del coste de adquisición, mientras que la alemana, por ejemplo, lo hace un 20 por ciento por encima. Ello explica que las entidades de los países del norte de Europa salgan mucho mejor en la foto que las del sur.
El recorte de valoración nos marcará a partir de ahora como un país apestado ante los acreedores internacionales, pese a que Zapatero y Salgado tratan de quitarle importancia. Si en los últimos meses resultaba difícil colocar las subastas de deuda, a partir de ahora puede ser mucho peor, ya que el comprador desconfiará pese a que cuenta con un aval de hasta el 20 por ciento por parte de la Unión Europea. El Tesoro corre el riesgo de perder de un plumazo a sus mejores clientes, las entidades financieras españolas, a las que la propia Salgado acudía en petición de socorro para que compraran deuda.
Refinanciación por 120.000 millones
Todo esto ocurre en vísperas de un año en el que las necesidades de refinanciación del Tesoro se elevan a unos 120.000 millones. Pero aún hay más. Las entidades, para hacer acopio de los nuevos fondos, tendrán que restringir más el crédito, como han reconocido en los últimos días. Eso provocará el cierre de miles de pequeñas y medianas empresas, porque sus bancos no sólo les negarán más dinero, sino que reclamarán la devolución del concedido. La cifra del paro, próxima a cinco millones, seguirá creciendo.
En estas circunstancias, el PP plantea que la vía para que el crédito vuelva a fluir es suprimir los inmuebles que los bancos tienen en sus balances a un precio muy superior al del mercado. La solución es crear un banco público que los adquiera con un compromiso de recompra cuando pase la crisis. Pero de nuevo tropezamos con el problema de la deuda. Crear un banco malo que adquiera esos inmuebles costaría entre 80.000 y 100.000 millones. La cuestión es de dónde sacamos ese dinero, si no podemos endeudarnos mucho más y el Fondo de Reestructuración Bancaria (Frob) apenas cuenta con 4.500 millones. Con este panorama, el pesimismo cunde entre los responsables económicos del PP. La opinión que va calando es que el recorte del gasto público será insuficiente, por drástico que sea.
Algunos creen que será inevitable recurrir a ayudas europeas o del Fondo Monetario Internacional (FMI). El problema es que estas ayudas se otorgan a cambio de drásticos ajustes, como subidas generalizadas de impuestos, despidos de funcionarios públicos, paralización de la obra pública, etc.
En el PP se ve difícil poner en marcha un nuevo paquete de medidas hasta febrero o marzo, ya que primero es necesario conocer en profundidad cómo están las cuentas públicas. Las elecciones andaluzas de marzo también pueden diferir los recortes para no asustar a los votantes. Si a ello añadimos el rumor persistente de que la Seguridad Social puede quedarse a final de año sin liquidez para abonar las pensiones, lo que obligaría a vender deuda del Fondo de Reserva, la situación es dantesca. En fin, Zapatero acaba de dar el golpe de gracia a la economía española, eso sí, sin perder la sonrisa, pese a la puñalada recibida de Merkel.