La economía gala se está contrayendo al compás de la Eurozona. Y Alemania, que parecía salvarse de la debacle, empieza a seguir su tendencia. Sus exportaciones se ven resentidas por la caída del consumo en la Unión y la ralentización en EEUU. Mientras, los emergentes no pueden compensar. Las soluciones para el euro no deben tardar en llegar.