El peso de la ley debe caer sobre los Ruiz-Mateos, y distinguiendo responsabilidades. Ya basta de performances invocando a los Santos; de contestar con un indolente "¡claro!" a la pregunta de si desplegaron un entramado en paraísos fiscales, para evitar que su atolondrada gestión les llevara a perder tanto como con Rumasa I, o con un "supongo" a la cuestión de si movieron dinero a esos refugios.
Basta ya de desviar al patriarca toda la culpa para irse los hijos de rositas, ya que a su edad no irá a prisión. La pantomima debe terminar.
Explotaron la buena voluntad de pequeños inversores sin retorno movidos por el victimismo del disfraz de Superman que vendía su primer tropiezo como una confabulación planetaria contra un empresario bienhechor. Deben pagar. Sus principales deudas se miden con la ley.
