Hace unas semanas Mariano Rajoy aventuraba la posibilidad de que, en caso de ganar las elecciones, podrían crearse unos tres millones de empleos. Para dar mayor verosimilitud a su afirmación, subrayó que previamente deberían crearse un millón de empresarios.
La fórmula magistral es de una impecable lógica teórica instalada en la res cogitans de Descartes, pero sin posibilidad alguna de salir de ella; pura entelequia.
La utilización de la palabra crear para referirse a la aparición de empresarios es una expresión que trae ecos de una economía dirigida, estatalizada, planificada; estoy seguro de que el señor Rajoy pensaba en otra cosa. Deduciendo de su adscripción ideológica, suponemos que se refería a que la economía de mercado (calificada de libre) era la que podía realizar este desiderátum. Y naturalmente ese acontecimiento no podría ser realidad sin que el crecimiento económico lo hiciera posible. Nuevamente, una descripción lógica hecha en la caverna platónica.
En abril de 2010, el FMI y la OCDE anunciaron que la recesión ya había sido superada, pero que ello no suponía en absoluto la inmediatez de la creación de empleo . Auguraban que sería en este 2011 cuando el desempleo empezaría a reducirse en la zona euro. Seguramente que en la mente de los 20 millones de parados producidos por la crisis en la OCDE estará el recuerdo de la recuperación habida en 1990 o en 2001 y la nula incidencia de las mismas en la creación de empleo .
En consecuencia, el panorama de futuro no es otro que una hoy por hoy hipotética recuperación, pero sin reducir el desempleo. Y eso significa que el consumo seguirá bajo y ello debilitará aún más las posibilidades de reactivación. ¿Qué tipo de empleo y qué tipo de iniciativa privada son capaces de afrontar con éxito este problema? En vez de aclararlo, siguen en la letanía de consignas y frases hechas.
Por otra parte, lo de Rota, el escudo de misiles y las expectativas de puestos de trabajo no son sino gags de una comedia de astracán.
Julio Anguita. Excoordinador general de IU.