Los recortes están en auge todas partes, dentro y fuera de España, por lo que los ciudadanos de este país, a las puertas de unas trascendentales elecciones, tenemos que ponernos en lo peor. Y si hace poco conocíamos que Irlanda ha conseguido remontar el declive y lograr cotas significativas de crecimiento gracias a una poda del estado de bienestar y a continuar por la senda de incentivos a la inversión y a la demanda, ahora Portugal nos marca una pauta mucho más dura y contundente.
Portugal anunció este pasado jueves un nuevo plan de recortes que lleva a extremos inauditos un proceso que comenzó en marzo de 2010, que ha incluido cuatro Planes de Estabilidad y decenas de medidas sucesivas de recorte del gasto. Como es conocido, Portugal, necesitado de un rescate, recibirá 78.000 millones de euros en préstamos durante los tres próximos años.
El proyecto presupuestario que contiene los nuevos recortes incluirá la supresión de las pagas extraordinarias a los funcionarios que cobren más de 1.000 euros anuales, así como un incremento de media hora de la jornada laboral en la empresa privada. Las pensiones se verán reducidas por un nuevo impuesto, se modificará a la baja el sistema de cálculo de las clases pasivas y se llevará a cabo "un ajuste del calendario de festivos". En definitiva, Portugal intenta lograr mayor productividad para emprender la senda del crecimiento cuanto antes -el ejemplo irlandés está cerca y es esperanzador- y conseguir así cumplir los objetivos de déficit que le han marcado las instituciones supranacionales.
El nuevo gobierno portugués, conservador, exhibe, a modo de argumento, un agujero presupuestario heredado del anterior gobierno socialista que, después de sucesivas evaluaciones, ascendería a unos 3.000 ó 4.000 millones de euros, una cantidad cuantiosa para las proporciones de Portugal; en 2011, el déficit suplementario será compensado mediante la absorción de los fondos de pensiones de la banca, pero en 2012 Lisboa necesita apretarse el cinturón aún más, y lo hará mediante las medidas anunciadas.
La situación española no es comparable a la portuguesa ni a la irlandesa ya que en nuestro caso la solvencia de nuestro sistema productivo no se discute; sin embargo, ya se da por cierto que España no cumplirá su objetivo de déficit para este año (6%). Hace unos días se conocía que el consenso de los expertos por hecho que el desequilibrio presupuestario del conjunto de las administraciones públicas españolas será d el 6,5% del PIB. La desviación será igualmente importante para el año 2012: un déficit del 4,9% frente al 4,4% fijado como objetivo.
Los mercados no perdonarán seguramente la desviación española, por lo que el gobierno que surja del 20N tendrá que tomar medidas: bien a la portuguesa, en forma de severos recortes, bien a la irlandesa, en forma de una racionalización más sutil y menos traumática de las cuentas y el recurso a imaginativos incentivos a la actividad.