El principal problema de Sacyr es su voluminosa deuda. En razón de él precisamente aborda estrategias como la de su arreglo con Pemex para aumentar su porción en Repsol, su particular fijación, y aplacar su endeudamiento con el dividendo de la petrolera.
Pero entretanto, agrava sus problemas. De hecho, la banca le pide garantías adicionales para refinanciar el crédito de su asalto a la compañía que preside Brufau.
Exigen que añada a las ya pignoradas Testa y Vallehermoso, su filial Valoriza, con activos como las obras del Canal de Panamá, un proyecto estrella que le da brillo y notoriedad de la buena.
A Del Rivero le debería bastar con mirar el entorno económico para entender lo que pasa cuando se enjuga pasivo con operaciones que endeudan y exigen salvaguardas. Prudencia.