Al mercado le gustan las inyecciones. Y ayer celebró con importantes subidas en bolsa el anuncio de que Merkel consideraba recapitalizar la banca en una acción rápida y coordinada. Esperemos que así sea.
Parece que los sustos con la falta de liquidez de las entidades por fin han despertado a la canciller, quien declaró que había que intentar que los bancos lograsen fondos privados (¿alguien puede creerse que un inversor entre justo ahora?); y si no, sus Estados debían facilitarlos (¿justo cuando pesa sobre ellos el exceso de endeudamiento y deben recortar gasto?); de modo que al final concluyó: y si un país no puede hacer frente, podrá usar el fondo europeo con condiciones...
¡Aleluya!, Merkel cedía a una impresión de billetes tal y como le pedían los mercados. Además, tanto la canciller como el ministro de Finanzas galo reconocían que hará falta una quita mayor de los bonos helenos. Se dan pasos muy significativos para solventar la crisis. La duda reside en las cantidades que puedan necesitarse como consecuencia de haber pospuesto las decisiones. La rebaja del rating a Italia por parte de Moody's extiende demasiadas incertidumbres.
El FMI expuso ayer que podía comprar deuda de España e Italia... para luego desdecirse y afirmar que hacía falta un cambio legal. ¿Acaso recibió un toque de atención de unos emergentes irritados con las facilidades dadas a Europa? Si únicamente se trata de reestructurar Grecia o Portugal, las cifras son asumibles. Pero si hubiese que aplicar quitas a España o Italia, la solución se torna fea. Por eso hay que acompañar la recapitalización de un cortafuegos aumentado con el suficiente peso.